IAM/Redacción A las siete y media de la mañana, Oscar, como cada día, se levanta dispuesto a marcharse a su puesto de trabajo en una empresa de construcción en La Línea. Ese día, Oscar no llegó a su puesto de trabajo.
A esa hora, unos golpes en la puerta de su domicilio sobresaltan a toda la familia, “pensaba que me estaban robando”, afirma Oscar, que ni siquiera pudo abrirla.
Quince agentes de la Policía Nacional reventaban la puerta y entran en su domicilio armados, y le retienen con unas bridas sin explicarle los motivos de la actuación, ante el asombro de su familia, niños incluidos. A su mujer, la Policía Nacional la obliga a echarse al suelo.Mientras él trataba de hacerles ver a los agentes que estaban equivocados, entró en la vivienda una secretaria judicial que le informa del porque está siendo detenido, leyendo un documento en el que da un nombre y una dirección que no concuerdan con el de Oscar.“En mis escrituras, la vivienda está numerada como Bajo B, pero cuando la constructora terminó la obra les puso a los bajos otra numeración. Venían buscando a alguien en esos números de esa calle, lo vieron en mi puerta y entraron”, nos cuenta Oscar, ya repuesto del susto, pero al que le cuesta aún conciliar el sueño.Los hechos tuvieron lugar la pasada semana, y fueron los propios agentes del Cuerpo Nacional de Policía, los que le indicaron los pasos que debía dar para que la administración pudiera resarcirlo de los daños ocasionados. Horas más tarde, Oscar presentaba denuncia en la Comisaría de Policía de La Línea.Oscar lamenta lo vivido por sus hijos y su mujer, “me sentí impotente por ver como mis hijos y mi mujer tenían que presenciar esos hechos. Ella no está bien, lo pasó mal y todavía tiene miedo. Los niños, el pequeño creía que estaba en un video juego, pero el mayor se lo comió todo”.Por desgracia estas cosas pasan, no es la primera vez, y es de esperar que sea la última en la que se cometen este tipo de errores que son de los que marcan para toda la vida.