Esta petición de una renta básica no es caprichosa, pues tiene detrás una situación caótica y desastrosa avalada por los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística del año 2013. Solo tres datos escalofriantes: Uno, el número de parados no baja de los seis millones; Dos, los parados de larga duración son tres millones, de los cuales dos millones llevan más de dos años seguidos sin poder trabajar; Tres, los hogares con todos sus miembros activos en paro y que no reciben ningún ingreso son casi dos millones. Cuando uno se pregunta cómo el Gobierno del PP esta capeando esta situación sin despeinarse, llega a una conclusión muy simple, hay engaño sistemático y manipulación de datos y, por supuesto, una población adormecida y entregada, que lo acepta todo sin rechistar. Otra razón para pedir la renta básica es que el sistema no es capaz de generar ya los empleos que se necesitan ni en este país ni en ningún otro, pues desde el comienzo de la crisis en 2008 se están perdiendo empleos en todos los sectores, aunque haya aumentado la producción. Se produce mucho más, pero cada día con menos trabajadores. La relación entre el sistema de producción y el empleo está a punto de cambiar drásticamente debido a la revolución producida en energía (sobre todo en gas), robótica, nuevos materiales y el uso de la tecnología de la información aplicada a la industria. Estamos entrando en la segunda revolución industrial gracias a la automatización y la robotización de las fábricas. Naturalmente esto tiene graves repercusiones para la creación de empleo, porque cada día se crearan menos empleos buenos de forma masiva y solo habrá mucho empleo pero de baja calidad en servicios. El panorama inmediato es de pobreza, paro, precariedad y marginación, lo que limita la libertad real de millones de personas que son expulsadas hacia la exclusión social según demuestran los datos conocidos de la EPA. Mientas todo esto ocurre el Estado no hace nada, sino reflotar y ayudar a la banca, inyectándole cantidades astronómicas de dinero público, sin importarle que el número de personas que no disponen de ningún tipo de prestaciones sociales se acreciente a medida que se desarrolla el periodo de crisis. Y en nuestra realidad cotidiana vuelva a asomar el fantasma de la pobreza infantil, así como los comedores sociales y unos bancos de alimentos totalmente desbordados por las necesidades de la gente. En esta situación las ayudas no contributivas y las correspondientes a rentas mínimas establecidas por las instituciones públicas, muy dispares entre los distintos territorios que conforman el Estado español, muestran descarnadamente su radical inadecuación a la realidad, se revelan insuficientes para la condición de habitabilidad digna de las personas y se terminan convirtiendo en una miserable carrera de obstáculos debido a su excesiva burocratización y a su condicionamiento a situaciones de emergencia límite que no cubren la situación de emergencia social generalizada. Sin embargo, a los que mandan se les llena la boca de palabras como “pleno empleo”, “estado del bienestar” o “protección social”. Y las leyes fundamentales, la Constitución Española y los Estatutos de Autonomía, establecen con solemnidad unos derechos sociales elementales, que no tienen eficacia directa por su supeditación a la supremacía económica. Pero ha llegado la hora de exigir que se cumplan las leyes y que sus hechos se compadezcan de sus bonitos discursos, especialmente ahora con las elecciones europeas. Porque no hay dinero suficiente para saciar la codicia de los delincuentes de cuello blanco, aunque si debe haber por ser obligación del Estado recursos suficientes para garantizar una vida austera pero digna de todas las personas. Sobre la Iniciativa Legislativa Popular de la Renta Básica hay un único artículo a debatir en el Congreso de los Diputados, más una disposición transitoria y dos adicionales:“Artículo 1. Derecho a la Renta Básica. Se establece el derecho de todo persona, por el hecho de haber nacido, a recibir una cantidad periódica que cubra sus necesidades básicas. La Renta Básica se constituye como derecho individual, universal e incondicional. Los poderes públicos promoverán la implantación de la Renta Básica en el ámbito del Estado Español y de la Unión Europea”. La propuesta se establece en el umbral de la pobreza, por lo que la mayoría de la ciudadanía optará por seguir desempeñando un trabajo dignamente remunerado. Con la renta básica no se dejará de trabajar, pero permitirá que no aceptemos trabajos en condiciones inadmisibles o injustas. La renta básica simplemente garantizará el derecho a decidir, es decir, la independencia personal, requisito indispensable de la dignidad y la ciudadanía. Además, esta renta básica posibilitará la remuneración de una parte sustancial de trabajos que hoyhacemos y son imprescindibles para la reproducción de la fuerza de trabajo y la productividad en las empresas. Me refiero a los cuidados en el entorno familiar, la atención a las personas dependientes, los trabajos voluntarios de solidaridad e impulso político y cultural, las artes, el trabajo en red, etc. Trabajos condenados a la invisibilidad y la marginación por su carácter no remunerado. Sin embargo, la renta básica no impediría poder mejorar sus remuneraciones, sólo garantizará que, por ejemplo en el caso de los cuidados, las mujeres sean libres y no dependan económicamente de nadie. Por tanto, esta renta básica sólo establecerá un mínimo indispensable para generalizar la dignidad y propiciar un cambio social y cultural.