Hallan una ardilla coreana en pleno Parque Natural de la Sierra de Grazalema

   Agentes de Medio Ambiente de la Delegación Territorial en Cádiz de la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, capturaron la pasada semana un ejemplar de Ardilla Coreana (Eutamias sibiricus) en pleno corazón del Parque Natural Sierra de Grazalema, más concretamente en las inmediaciones del Puerto del Boyar. Lo que preocupaba a los técnicos era que, de haber sido una pareja de esta especie, su reproducción habría supuesto un riesgo de carácter “impredecible” para el ecosistema.   Según han explicado a Europa Press fuentes de la mencionada delegación, los Agentes de Medio Ambiente fueron alertados por personal de la Consejería perteneciente al Programa de Control de Especies Exóticas, tras haber tenido conocimiento a través de diversas fuentes de que una ardilla se aproximaba a los visitantes cuando estos le ofrecían comida.   La ardilla coreana es un roedor, algo más pequeño que la ardilla roja (Sciurus vulgaris), y fácilmente adquirible como animal de compañía en las tiendas de venta de mascotas. De este modo, la hipótesis más plausible que barajan desde Medio Ambiente es que este ejemplar haya sido soltado al medio natural “de forma deliberada por su propietario”, dada la lejanía del lugar del hallazgo a núcleos de población y el carácter dócil del ejemplar.   Lo preocupante, en este caso –según subrayan– es que en lugar de un único individuo, “como parece que así ha sido”, hubiesen sido soltados otros ejemplares, ya que como todos los roedores, la capacidad de adaptación al medio y los índices de reproducción en esta especie son “muy elevados”, pudiendo resultar relativamente fácil la constitución de un núcleo reproductivo, con los consiguientes riesgos medioambientales de carácter impredecible.   Por ello, los Agentes de Medio Ambiente procedieron a la captura de la ardilla por medio de una jaula-trampa, que a los pocos días de haber sido activada ofreció un resultado “satisfactorio”. La ardilla, tras su captura, ha sido trasladada a un centro de la propia Consejería de Agricultura, Pesca y Medo Ambiente, para proceder a su cesión, dado que no se trata de una especie silvestre autóctona “y mucho menos amenazada”.   Desde la Delegación Territorial han querido recordar que la introducción de ejemplares de fauna silvestre alóctona, híbrida o manipulada genéticamente está considerada por la normativa en materia de conservación de la flora y fauna silvestres, como infracción muy grave, con sanciones que pueden oscilar entre 60.101,22 a 300.506,05 euros; la no comunicación en el plazo establecido de la fuga de ejemplares de fauna alóctona procedentes de establecimientos de cría, domicilios o comercios, por su parte, se sanciona por la Ley como infracción grave, con multa de 601,02 a 60.101,21 euros.  Asimismo, señalan que si la introducción de flora o fauna no autóctona llega a suponer un perjuicio del equilibrio biológico, los hechos pueden llegar a ser constitutivos de delito, con penas privativas de libertad que oscilarían entre los cuatro meses y los dos años, o multa de ocho a 24 meses.   “Especialmente preocupante”, añaden, resulta la proliferación de determinadas especies no autóctonas en la Península Ibérica procedente de escapes o sueltas de animales de compañía, como puede ser el caso del mapache, ejemplares de cuya especie han llegado a ser capturados en la ribera del río Guadalquivir.   Por lo tanto, recomiendan que antes de adquirir cualquier animal exótico como animal de compañía, el ciudadano se informe adecuadamente de su etología o comportamiento, de las necesidades que exige en cautividad, del grado de agresividad cuando se vuelven adultos y alcanzan la época de celo, e incluso de las enfermedades que pueden trasmitir. “Lo que hoy parece un cachorro simpático y lo más parecido a un peluche, mañana puede volverse un animal molesto y hasta peligroso”, subrayan.yan.

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