IAM/Redación Gibraltar se siente profundamente británico: por eso rechazamos el “Brexit”El Ministro Principal de Gibraltar, Fabián Picardo, cree que el “Brexit” podría suponer una amenaza para el territorio. En este artículo explica por qué el Reino Unido debería seguir en la UE.
Créanme; no hay nada romántico en nuestro deseo de permanecer en la Unión Europea. Hace treinta años, políticos y comentaristas declaraban con regularidad que el “problema” de Gibraltar se resolvería en el marco de una futura Europa en la que la soberanía se compartiría y redefiniría. Nada parecido ha sucedido.En primer lugar, no nos consideramos un problema.Desde 1704, cuando las tropas británicas y sus aliados holandeses ocuparon el Peñón en nombre de Carlos VI de Austria, Ana I de Gran Bretaña se aferró al Peñón y, desde entonces, su pueblo ha estado al servicio de Gran Bretaña.El siglo de asedios que siguió la ocupación mereció la pena cuando los barcos de Nelson, bien avituallados por su amigo judío gibraltareño Aaron Cardozo, aseguraron la supremacía de la flota británica en la Batalla de Trafalgar de 1805 y con ella, el dominio de las rutas comerciales a lo largo del siglo XIX.Nuestro papel en la Segunda Guerra Mundial y a lo largo de la Guerra Fría ha marcado un cambio en nuestro valor estratégico, pero seguimos siendo un activo importante en el campo de la defensa, dada la posición del Peñón, a las puertas del Mediterráneo.El problema es que España nunca ha estado contenta con su propia historia y, si bien acordó que seríamos británicos a perpetuidad en el Tratado de Utrecht de 1713, Madrid ha tratado de volver a colonizarnos desde entonces.Cuatro años después de que el General Franco cerrara la frontera terrestre del Peñón, eliminara las conexiones telefónicas y prohibiera las comunicaciones por mar y aire, Gibraltar entró a la UE de la mano de Gran Bretaña en 1973.
La verja se mantuvo cerrada para todos menos para los muertos hasta 1985, cuando Margaret Thatcher consiguió conciliar su convicción de que España debía formar parte de la UE y la OTAN con su defensa de nuestros derechos en el marco de la UE. Tan sólo unos días antes de la adhesión de España, se reabrió la frontera.Como jurisdicción independiente del Reino Unido, hemos tenido que transponer cientos de directivas, muchas, pura burocracia, algunas, totalmente irrelevantes.
No obstante, la disciplina en el cumplimiento de nuestras obligaciones, especialmente en materia de servicios financieros y en el acceso al mercado único, nos ha formado de manera positiva.En los últimos treinta años, hemos pasado de ser una ciudad fortaleza con una economía dependiente en un 70 % del gasto militar británico, un poco de turismo y lo que se denomina un paraíso fiscal, a ser el centro financiero más regulado de los muchos territorios que conforman Gran Bretaña, que cumple los estándares de la City de Londres.
Nuestra fortaleza y nuestra arquitectura colonial han pasado a ser nuestra oferta turística y los gibraltareños de las nuevas generaciones, mejor formadas, son europeos modernos y la mayoría ha estudiado en una universidad británica.Gibraltar no ha recibido ni un céntimo de Gran Bretaña en tres décadas; todo lo contrario: hemos logrado superar el reto que planteó Margaret Thatcher de convertir al Peñón en un centro financiero exitoso a nivel mundial, generar una oferta turística viable y convertir el magnífico puerto decimonónico en un centro neurálgico para el comercio.
Incluso ofrecemos 7.000 puestos de trabajo decentes a los españoles que cruzan la frontera a diario. Se trata de ser europeos y trabajar juntos.Los gibraltareños se sienten tan en casa en Fulham como en el Peñón y somos tan parte de esa gran familia británica como Gales, Escocia, Irlanda del Norte e Inglaterra.Me gustaría creer que incluso un partido más bien reaccionario como el Partido Popular que ha ocupado el Gobierno de España no vería el “Brexit” como una oportunidad para repetir el caprichoso gesto de Franco de cerrar la frontera.No debemos doblegarnos ante la intimidación y si en algún momento volviéramos a enfrentarnos a otro asedio económico y político, esperaríamos pleno apoyo de Gran Bretaña. No en vano, la experiencia reciente confirma que sólo cuando David Cameron y yo mismo apelamos a la UE a intervenir, España dio marcha atrás y siguió las reglas a regañadientes, pero sin generosidad alguna, para eliminar los opresivos controles que había impuesto en la frontera.Así, vemos a la UE como un marco beneficioso.
La paradoja a la que nos enfrentamos hoy en día es que la gran mayoría de nuestros aliados y simpatizantes en Gran Bretaña —todo el mundo tiene algún familiar que hizo el servicio en Gibraltar— son también aquellos que muestran una fuerte inclinación a abandonar la Unión Europea.Un “Brexit” generaría incertidumbre y sin duda alguna, daría pie a un tira y afloja por asegurar el comercio y otros intereses vitales del Reino Unido, ¿Sería Gibraltar víctima del pragmatismo y el toma y daca?
Respaldo totalmente los enormes esfuerzos de David Cameron por devolver el rumbo a la UE, centrándose en el comercio y acabando con las fantasías federalistas. Este Primer Ministro ha demostrado su valor democrático y sus principios. Ha defendido nuestro derecho a la autodeterminación y, así como brindó a Escocia la posibilidad de celebrar un referéndum trascendental, Gibraltar también se sumará al Reino Unido en el referéndum del 23 de junio.Sólo somos 23.000 los que podremos votar y estoy seguro de que una amplia participación se saldaría con una mayoría en favor de la permanencia.
No es un número inmenso. Solos, no podemos encarnar la piedra que, en la honda de David, acabará con el gigante del euroescepticismo. Pero nos sentimos profundamente británicos.Ninguno de nosotros puede volver a los días del auge imperial, tampoco lo echamos de menos.
Existen muchas razones por las que los otros 27 Estados que conforman la Unión Europea hicieron todos los esfuerzos posibles—si bien algunos a regañadientes—para facilitar la permanencia de Gran Bretaña.Gran Bretaña es más fuerte en Europa, y nosotros también.