El Málaga, de sueño idílico a pesadilla en tres minutos

IAM/D.S.J

Desolación. Esa es la palabra que mejor define el estado de ánimo de los malaguistas y de parte del país… la ilusión recorría la grada en la que estaban ubicados los andaluces, la historia esperaba a tan sólo tres minutos. Nadie, absolutamente nadie podría ser capaz de inventar un final tan dramático. El Málaga, que iba ganando 1-2 en los 90 minutos reglamentarios, acabó sucumbiendo 3-2… imposible no derramar lágrimas. Hummels había salido del banquillo para jugar a la desesperada, con un central de delantero centro y el otro defensa, Santana, también se sumó al séptimo de caballería… la desesperada, esa acción que sólo sale bien un 1% de las ocasiones, pero al Dortmund le salió.

Y es que desde el minuto 85 los balones al área de Caballero volaban como bombas atómicas. Precisamente fue Matt Hummels el que ganó el primer esférico por arriba para ponersela a Marco Reus, que entraba sólo desde atrás para rematar a placer. Era el empate a dos y el principio del fin. El Málaga casi no tenía tiempo para sacar de centro cuando el propio Reus ponía un centro desde la izquierda. El línea estaba perfectamente colocado para realizar su misión… el ansia de los alemanes por conseguir la proeza hizo que hasta cuatro jugadores entrasen a ese remate en claro fuera de juego. Era imposible no pitar situación antireglamentaria, ya que era casi medio equipo germano el que entraba, pero al asistente le faltó valor para levantar el banderín… no hay otra explicación.

El centro de Reus, después de un cúmulo de despropósitos en el área, acabó en el fondo de la red impulsado por Santana. Hasta entonces, el Málaga había planteado un partido perfecto, prácticamente sin ningún error. El Dortmund había salido más comedido de lo normal, respetando a un rival que ya se estaba haciendo un nombre en Europa. Cierto es que tenía más el balón, pero el planteamiento táctico de los blanquiazules no daba lugar a profundidad alguna.

Al 25 llegó el primer halo de esperanza. El arte de Joaquín salía a relucir, y es que los genios no suelen faltar a las citas importantes. El portuense recogía un esférico suelto en el borde del área, hacía besar el suelo a Santana con un recorte sublime y su disparo se colaba al palo corto de la meta alemana.

El gol espoleó al Dortmund, que siguió atacando, pero la maraña defensiva del Málaga resultaba indestructible. A destacar el partidazo de un Demichelis curtido en 1.000 batallas. Aun así, contra las genialidades poco se puede hacer y cuando se juntan los tres jugones en línea de ataque puede suceder que Götze meta un balón interior perfecto a Reus y que éste, a su vez, toque el balón de tacón para ponérsela en profundidad a un Lewandowski que definió de forma exquisita.

Un Caballero se convierte en Santo

Así se llegó a descanso y tras él, los germanos fueron, ahora ya sí, decididos a llevarse el partido. Las ocasiones se sucedían sobre la meta de un Caballero magnífico. Salvó a su equipo en dos ocasiones clarísimas. Primero Reus remataba en el área pequeña, libre de marca, a placer y el argentino hace una espectacular parada de reflejos. Poco después era el otro bueno, Götze, el que se plantaba sólo y cruzaba el balón con un potente disparo, pero allí volvía a estar Caballero para meter el pie izquierdo y dar más vida a su equipo.

Los alemanes estaban obligados a irse arriba, estaban eliminados. Los espacios a la contra se multiplicaban para el Málaga y, en una de esas, el mago que faltaba por aparecer, Francisco Alarcón ‘Isco’, hacía una maravillosa jugada personal por banda izquierda para meter un balón al espacio perfecto. Baptista cruzaba el cuero y Eliseu empujaba a gol en fuera de juego (aunque parece que el balón ya se colaba en la portería).

1-2, parecía que estaba todo hecho, el Dortmund tenía que hacer dos goles para clasificarse. El final de esta película dramática… ya lo conocen perfectamente.

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