IAM/D.S.J Demasiado débiles, inoperantes en defensa y en ataque y suicidas. Con estos términos se podría definir al conjunto otomano, que salió a jugar en el Bernabéu justo como jamás se debe hacer ante un equipo con una virtud sobresaliente por encima de las demás: el contraataque.
El Galatasaray salió a buscar al Madrid, arriba, con los laterales volcados. Mourinho se debió frotar las manos al ver tal insensatez y Cristiano tan sólo tardó nueve minutos en dejar a la zaga turca en evidencia. Un robo del Madrid en tres cuartos era conducido por Özil ante la pasiva actitud de los defensas rivales y le metía un balón al espacio a un Ronaldo que definió por arriba de Muslera, con una sutileza exquisita.
Era el 1-0 y la sensación en el ambiente de que los turcos se podían llevar un set del Bernabéu era creciente. El ‘Galata’ seguía a lo suyo y la verdad es que creó cierto peligro arriba con sendos disparos, siempre desde fuera del área, de Sneijder y Drogba. Pero atrás seguía siendo un chiste… Eboué, lateral derecho, subía y se quedaba arriba como un extremo, por lo que cuando los otomanos perdían el balón, que era muy asiduamente, las contras del Madrid eran mortales… contra tres y a veces contra dos defensores!!. Los espacios a la espalda de la zaga eran infinitos. Xabi Alonso vio el filón y se hinchó a crear maravillas de pases de más de 70 metros, pero sus compañeros no acertaban a finalizar. Algo que solucionaría Benzema a media hora… Essien centraba desde banda derecha, Cristiano fallaba en el remate y el francés, que le había ganado la espalda a Eboué (un auténtico chollo), controló dentro del área chica con toda tranquilidad y definió cruzando el cuero.
Antes de llegar al descanso, el propio Eboué pudo recortar distancias con un zapatazo que saco perfecto Diego López.
El Madrid pisa el freno
En la segunda mitad, Terim, al igual que todos los espectadores, se dio cuenta de que su equipo estaba haciendo el ridículo atrás y retiró a Wesley Sneijder para introducir a un tercer central y jugar así con defensa de cinco. Mismos perros, con distinto collar… y es que pese al cambio táctico, continuaba el desastre, con una diferencia: el Madrid no quiso hacer más sangre. Mourinho, que no quería ningún susto, paró la máquina.
Aun así, a medio gas, los blancos pudieron irse con un resultado de escándalo si Di María hubiese aprovechado una genialidad de Xabi Alonso que le plantó solo ante Muslera. El fideo tiró al muñeco. O si el remate de Cristiano, en un estético escorzo no hubiese golpeado en Kaya.
La mala noticia para el Galatasaray es que entró Higuaín sustituyendo a un displicente Benzema… y el argentino, más o menos acertado, siempre tiene hambre de gol. Xabi, siempre Xabi, colgaba un balón perfecto al punto de penalti y el pipa puso la testa para orientar el esférico lejos del alcance de Muslera.
3-0, misión cumplida y hora de limpiar a los apercibidos… Xabi Alonso y Sergio Ramos, a una tarjeta de la suspensión, la forzaron para descansar en una vuelta que ya no tendrá más historia que aguantar las bengalas que enciendan los turcos en su país.