De hecho, ayer se produjeron cuatro incursiones por parte de embarcaciones españolas, de las cuales tres, incluida la mencionada, fueron de Clase A, considerada la más grave. Dichas incursiones fueron protagonizadas por la patrullera P64 “Tarifa” de la armada española, la patrullera “Río Cedeña” de la Guardia Civil y el buque oceanográfico “Ángeles Alvariño”.
Una incursión de Clase A representa el nivel máximo de infracción del Artículo 19 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS), concerniente a acciones por parte de potencias extrajeras en las aguas territoriales de otra nación. El Gobierno constata que la Royal Navy británica, la Policía Real de Gibraltar (Royal Gibraltar Police) y la Policía del Ministerio de Defensa (Gibraltar Defence Police) se desplazaron al lugar de los hechos para evitar que el “Ángeles Alvariño” llevase a cabo acciones ejecutivas en aguas gibraltareñas. Además se han recibido informes sobre maniobras peligrosas e imprudentes realizadas por parte de la patrullera de la Guardia Civil “Río Cedeña”, que acompañaba al buque oceanográfico.
Estas continuas incursiones, muchas de las cuales se ven acompañadas de intentos de realizar acciones ejecutivas, se deben a la tesis española de que Gibraltar no tiene aguas territoriales. Por supuesto, esto es un sinsentido dado que, según UNCLOS, todos los territorios costeros generan sus propias aguas territoriales y las aguas que rodean a Gibraltar son incuestionablemente británicas. El Reino Unido reclama como suyas las aguas hasta la línea divisoria en la zona de la Bahía y hasta una distancia de tres millas en los demás lugares. El derecho internacional permite extender esta zona hasta 12 millas. En enero se produjeron un total de 109 incursiones, con otras 151 en febrero y 137 en marzo.
El Gobierno manifiesta su satisfacción por el hecho de que el embajador español en Londres haya sido convocado por el Ministerio de Exteriores británico (Foreign Office), y opina que deberían llevarse a cabo acciones firmes en contra de España para evitar que los hechos se repitan. Este último y deplorable acto de agresión en contra de la soberanía británica confirma que el actual gobierno español no tiene interés en mantener un diálogo, conversaciones ad hoc ni relaciones cordiales entre vecinos. Su único interés es intentar intimidar y hostigar a Gibraltar por tierra, mar y aire.