La pionera Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género cumple una década. Esta norma, modélica en Europa, es hoy, también, víctima de los recortes del Gobierno de Rajoy. Diez años después, los asesinatos no cesan. En lo que va de año ya han muerto 42 mujeres, víctimas de lo que algunos colectivos denominan ya “terrorismo machista”. La ley, no cabe la menor duda, fue un referente, pero fue una ley mucho más avanzada que las mentalidades de este país, más difíciles de cambiar.
Pocas veces se ha vuelto a repetir en el Congreso de los Diputados un sí tan unánime de los 320 diputados del Congreso a la Ley Integral de Violencia de Género. Salvadas las reticencias iniciales planteadas por el Partido Popular, nadie pudo negarse, aquel 8 de octubre de 2004, a dar apoyo a una norma que estaba llamada a combatir esta grave lacra social. Esta ley pionera, esperada y al final aplaudida por la casi totalidad de la sociedad, fue la primera norma que aprobaba el recién aterrizado Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Era la primera vez que la mujer víctima de la ancestral violencia machista se convertía en el eje de reformas sociales, sanitarias y, sobre todo, judiciales. Porque la ley no sólo se comprometía a no dejarlas solas, a escucharlas, a acompañarlas… la norma incluía, además, el aumento de penas para los maltratadores y asesinos, creaba juzgados especiales y medidas de protección específicas para las víctimas. Pero llegó la crisis y los recortes han llegado a casi 17 millones de euros en los últimos cuatro años.
La ley no es mala, pero para hacerla efectiva hay que dotarla económicamente. La profunda crisis y los constantes recortes han provocado que muchas mujeres no denuncien porque no tienen ni para comer. Desde la Comisión 25N insisten: “Este repunte de violencia es el resultado de la violencia estructural: de sus políticas reaccionarias, de sus recortes presupuestarios en prevención y sanidad”. En esta línea, la Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea alerta del fuerte descenso en el número de denuncias, ya de por sí escaso.
Marcela Lagarde, académica, antropóloga e investigadora del feminismo, sostiene en sus libros y conferencias que cualquiera puede ser víctima de una maltratador. Cualquiera. Por ello, “Pensemos juntas, juntos, qué país requerimos para erradicar la violencia de género en la casa y en la calle, para erradicar la violencia feminicida y el feminicidio que nos abofetean día con día desde hace años”.