Hay tres votos obligatorios para un cura: el de castidad, el de pobreza y el de obediencia. Jordi Castellet, párroco de Sant Hipòlit de Voltregà (Osona), ha rozado la línea roja en dos de ellos. El obispado de Vic le ha destituido de su cargo y le busca destino por haber invertido sin su permiso 200.000 euros, parte de ellos de la parroquia, en pagarés de Nueva Rumasa, según avanzó ayer El 9 Nou. Tras el desmoronamiento del conglomerado de empresas de José Maria Ruiz-Mateos, el caso saltó a la luz, y el dinero, de momento, no se ha podido recuperar, a la espera del concurso de acreedores. El propio Castellet reconoció los hechos en una carta dirigida a sus feligreses. En la misiva, el párroco pide disculpas y acepta que se embarcó en inversiones “fallidas y demasiado arriesgadas”.El párroco justificó la inversión por la necesidad de reparar el techo de su iglesia, cuyas obras sufragaba en parte el obispado.