La prostitución es un tema muy presente en el cine. Puede ser tratado en forma de crítica a la burguesía (Belle de jour); como medio de denuncia social (Princesas) o como simple excusa para desarrollar una comedia romántica (Pretty Woman).
Pero está claro que hay algo en el sexo y sus profesionales que insipira a los directores. El último en abordarlo ha sido François Ozon. El ganador de la Concha de Oro en San Sebastián por En la casa vuelve a las salas este viernes con su último filme: Joven y bonita. Un retrato iniciático de una adolescente que descubre su sexualidad a través de la prostitución. Una visión extrema del paso a la madurez de una chica de 17 años. El propio director comentaba a El Confidencial que su intención era hablar sobre la adolescencia, no sobre la prostitución: “Mi idea era contar lo que representa ese periodo misterioso, pero haciéndolo desde la perspectiva de una chica, porque con mi anterior película ya había tratado la de un chico”. Joven y bonita nunca ofrece ninguna explicación al espectador. Su protagonista, Isabelle, comienza a vender su cuerpo sin motivo aparente. Tras perder su virginidad comienza a prostituirse a pesar de que no necesite el dinero, ni siquiera gasta lo que gana. Un viaje peligroso que retrata sin tapujos cómo los adolescentes comienzan a familiarizarse con su cuerpo y con el sexo. Ozon no se limita a mostrar la confusión de su protagonista, sino que a mitad de película decide cambiar el punto de vista de la película y centrarse en la familia de esta joven. La sexualidad plantea un problema grave a los padres. Para ellos sus hijos deberían ser siempre niños que puedan proteger ¿Cómo reacciona una madre que descubre que su hija practica sexo con desconocidos por dinero?, ese es el punto en el que mejor se desenvuelve Ozon, y uno de los temas que quería desarrollar en esta película: “Normalmente no se enseña lo que ocurre a los padres cuando descubren algo así. Y no me refiero sólo a la prostitución, sino simplemente a la sexualidad de los hijos. La sexualidad plantea un problema grave a los padres. Para ellos sus hijos deberían ser siempre niños que puedan proteger” explica el director. La cámara de Ozon opta por no juzgar a su joven protagonista, sólo la sigue en sus diferentes encuentros sexuales y en su vida cotidiana, marcada por una relación con su madre que se debate entre el amor y el odio. ¿Es posible que una hija llegue a prostituirse como forma de vengarse de su madre? El filme lanza esta pregunta al espectador en varias ocasiones gracias a la ambigüedad con la que el director traza su historia. Una ambigüedad que mantiene hasta su plano final, en el que cada uno debe interpretar cuál es el destino de Isabelle. François Ozon se encarga de aclarar que su interpretación de esta última imagen es optimista, pero que cada espectador “debe decidir”. Un juego de opuestos que el director se encarga de subrayar gracias al contraste entre lo triste y melancólico de su historia y una puesta en escena que hace hincapié en el esteticismo. “Me interesaba mostrar a Isabelle rodeada de belleza. Es una chica que lo tiene todo: una familia comprensiva, dinero, es guapa, buena estudiante… lo tiene todo para ser feliz, pero no lo es. Quería buscar ese contraste entre un entorno bello y su huida hacia algo oscuro y violento” cuenta Ozon a este periódico. Marine Vacth en una escena de ‘Joven y bonita’Joven y bonita nunca ofrece respuestas, sino pequeños interrogantes, una de las notas características del autor de películas como Swimming pool o Potiche que él mismo se encarga en defender: “Es lo que me gusta del cine, dar trabajo al espectador, que se esfuerce. A mí no me gusta ir al cine y ser un ser pasivo y que me den todo mascado. Me interesa ver y hacer películas que te hacen pensar. Sé que hay mucha gente que prefiere sentarse, esperar y decir adiós, pero no es mi caso”. Con su último filme no ha conseguido la unanimidad que alcanzó con En la casa, aunque logró dos nominaciones para los premios Cesar (los Goya del cine francés). Fueron para sus dos protagonistas: Marine Vacth y Geraldine Pailhas. La primera fue una apuesta del director, ya que no disponía de casi experiencia en el cine, mientras que la segunda es una vieja conocida de Ozon. Para ambas sólo tiene palabras de elogio: “Lo genial es que Geraldine es una actriz que no entra en el juego de la rivalidad, en seguida se sintió fascinada por Marine, por esa especie de misteriosa belleza y decidió ocuparse de ella maternalmente”. La propia intérprete confesó al realizador en la lectura del guión que se sentía muy identificada con la historia, aunque no con el papel de madre, sino con el de la joven, llegando a asegurar que ella podría haberse comportado así en su juventud. Uno de los mejores piropos que pudo recibir François Ozon.
GETOUT.ES/CINE~~*Fuente: ELCONFIDENCIAL