Por María Eugenia Manzano.
En un lunes nuevo radiante de luz, hoy, veinte de junio, te ofrezco un poema.
Espiritual y poderoso, te invito a acercarte a él y puede que en otro momento ya lo hayas hecho, no importa. Hoy lo harás de un modo nuevo.
Respira.
Detente ahora ante él.
Tal vez puedas percibir el aroma de la confianza.
Que nada te turbe. Así te envuelva la noche oscura y la niebla.
Que nada te espante. Ni la adversidad más profunda podrá deshacer tu vela.
Toma aliento.
Respira.
Tu corazón sigue intacto, expandido… aunque sigan cayendo tus piezas.
Que hoy tú tengas un día bueno.
Que en medio de la gran ola el A M O R te agarre siempre.
Y confía.
Namaste.
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Nada te turbe,
nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda.
La paciencia
Todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene
nada le falta.
Sólo Dios basta.
Eleva el pensamiento.
Al cielo sube.
Por nada te acongojes,
nada te turbe.
A Jesucristo sigue
con pecho grande,
Y, venga lo que venga,
nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana.
Nada tiene de estable,
Todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
Que siempre dura.
Fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
Bondad inmensa.
Pero no hay amor fino
sin la paciencia.
Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
todo lo alcanza.
Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
cruces, desgracias.
Siendo Dios su tesoro,
nada le falta.
Id, pues, bienes del mundo.
Id, dichas vanas.
Aunque todo lo pierda,
sólo Dios basta.
Teresa de Jesús
La Santa de Ávila
