Si bien existe un elevador con una silla para subir o bajar a las personas que no pueden subir las escaleras de acceso, se da la circunstancia de que para su uso se tiene que avisar al personal que trabaja en el centro. Por tanto, si una persona en silla de ruedas tiene que utilizar el elevador, en el caso de ir acompañado, tiene que quedarse esperando a que su acompañante vaya a avisar al personal que lo pongan en funcionamiento y la ayuden a sentarse en este elevador. Pero el problema es cuando un paciente en silla de ruedas acude solo. Entonces tiene que esperar a que alguien pueda avisar al personal para poder acceder al interior del centro y ayudarle, relata Zabalza.
Si bien estos problemas afectan a aquellas personas que dependen de una silla de ruedas, las dificultades no se limitan a éstos, ya que la inclinación de las escaleras de acceso es también motivo de preocupación.
Su excesiva inclinación hace que, para una persona con problemas en las piernas como artrosis se encuentren ante un auténtico problema para subir o bajar estas escaleras, las mismas dificultades que se encuentran quienes se ven obligados a utilizar muletas para desplazarse. Aún así, este problema también afecta a, por ejemplo, cualquier paciente que acuda a una consulta de cualquier especialidad y lo haga con un carrito de bebé.
“Resulta paradójico”, asegura la concejal popular, “que sea precisamente el Servicio Andaluz de Salud el que, en un centro donde se ubican consultas de Traumatología y Rehabilitación, cuente con lo que puede considerarse una auténtica barrera arquitectónica a las puertas de este centro”.
Zabalza concluye pidiendo al SAS una rápida adecuación de estas escaleras para que desaparezcan las dificultades que existen en la actualidad para acceder al interior de este centro, sobre todo para aquellas personas con dificultades de movilidad.