TCAM/REDACCION
El alcalde, José Ignacio Landaluce, ha asegurado que la ciudad de Algeciras merece el máximo respeto por parte de cualquier administración o entidad, ya sea local, provincial, autonómica o nacional, y, con ella, ese respeto debe trasladarse a su representantes, empezando por la figura del primer edil, sea quien sea quien ocupe ese cargo en cada momento, un respeto que no tiene nada que ver con la persona, sino con la figura que representa, y que es el respeto que debe mostrarse a todos y cada uno de los algecireños. Landaluce ha realizado estas declaraciones insistiendo en que su actuación ante el Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria no ha sido en ningún caso una actuación caprichosa, sino que es en defensa de los intereses de la ciudad de Algeciras por encima de cualquier otra consideración o interpretación maliciosa. Ese gesto no es un gesto caprichoso, es la reivindicación de inversiones, de mejoras y de respeto para la ciudad. Cuando se traten temas que como intentar cobrar unas tasas por la presencia de la EDAR en terrenos portuarios con una sentencia que ya ha dado la razón a este Ayuntamiento por tratarse de una cuestión medioambiental, el alcalde no debe permanecer impasible, cuando el puerto, además, conoce sobradamente que la ubicación de esa depuradora obedece a criterios técnicos, siendo el lugar elegido el que menos perjuicios provoca a los ciudadanos y el más efectivo técnicamente. Voy a seguir reivindicando, porque lo considero justo, la implicación del puerto con la ciudad, de tal manera que sea éste el que devuelva parte de todo lo que Algeciras le ofrece. Deben acabar los tiempos en los que el puerto ha venido dando la espalda a Algeciras y voy a continuar con mi reivindicación de conseguir para los algecireños un frente litoral integrado en el núcleo urbano, quizá la principal deuda que este puerto mantiene con la ciudad. Mientras ese respeto no se vea refrendado por un gesto de generosidad, voy a permanecer firme en mis exigencias con todas las herramientas de las que disponga, incluida la de permanecer de pie ante ese consejo.
No se trata, por tanto, de cuestionar en qué sitio se sienta en alcalde de la ciudad, se trata de poner en entredicho la falta de respeto que se le otorga a Algeciras como municipio anfitrión del citado Consejo, que además alberga al puerto. Por tanto, su situación en la mesa debería ser, por protocolo, un lugar de mayor relevancia que el que la APBA le otorga no al alcalde, insiste, sino a la ciudad. Es mi deber, concluye Landaluce, meditar y asumir las críticas cuando éstas sean razonadas y razonables, y así lo haré, pero cuando no sea así, lucharé por todos los medios para conseguir que Algeciras esté en el sitio que le corresponde y ningún ente va a tratar de menoscabar la importancia de la misma. A nadie le gustan los enfrentamientos, pero la falta de generosidad y el agravio puesto de manifiesto por la Autoridad Portuaria no pueden permitirse.