En la queja formal elevada por la Embajada británica el pasado mes de septiembre, esta hace referencia a la violación de la soberanía británica de las aguas por parte de la Guardia Civil es contraria al espíritu positivista de cooperación en el marco del Foro Tripartito.
“Esta insistencia a la hora de acosar a miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado”, recuerda Landaluce, “es una realidad, y comienza poco antes de la celebración de la reunión que tuvo lugar en Gibraltar del Foro Tripartito de Diálogo”. Así, el primer incidente, se produjo el día 10 de marzo, cuando una embarcación de la Guardia Civil se vio obligada a abandonar las aguas españolas que rodean el peñón cuando así se lo ordenó una embarcación de la Royal Navy. Le siguieron una serie de encuentros similares y con el mismo resultado los días 10 de abril, que tuvo como protagonista a la patrullera de la Armada Española Tarifa, 8 de mayo, 22 de mayo y 23 de septiembre. Todos ellos se saldaron con el mismo resultado: patrulleras de la Guardia Civil teniendo que abandonar unas aguas sobre las que tienen total potestad.
La evidencia de que Gibraltar pretende tensar las relaciones, asegura Landaluce, se constata cuando ve la luz una recomendación del Gobierno de Gibraltar a las embarcaciones afincadas en la colonia para que pusiesen en conocimiento de las autoridades de la roca la presencia de cualquier embarcación española en esas aguas.
El diputado recuerda que con motivo de la primera de las expulsiones, la que tuvo lugar el día 10 de marzo, el Grupo Parlamentario Popular en el Congreso pidió la comparecencia del Ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, para conocer la opinión del Gobierno y las previsiones de actuación al respecto.
El diputado ha anunciado que, tras estas declaraciones, el Grupo Parlamentario Popular va a presentar una serie de interpelaciones parlamentarias que pretenden obtener una respuesta por parte del ejecutivo para saber cuáles son las instrucciones que tiene la Guardia Civil ante un caso como los anteriormente relacionados, unos encuentros que se producen con embarcaciones armadas incluso con ametralladoras pesadas listas para abrir fuego.
Landaluce concluye insistiedo en la necesidad de “establecer líneas de colaboración y desarrollo conjunto entre España y Gibraltar por el bien común, pero Gibraltar no está hoy por hoy capacitado para hablar en su nombre, y debe ser el Reino Unido el que deba constar como interlocutor válido, y como condición sine qua non debe existir un compromiso firme de que estos abordajes no van a repetirse para que los contactos puedan seguir una línea de cordialidad que se ha perdido”.