Recién estallada la Guerra Civil Española, el ayuntamiento provisional nombrado tras el golpe de estado comenzó a adjudicar los puestos del nuevo mercado Ingeniero Torroja, recién inaugurado. En aquellos difíciles años, Antonio Santos Benítez adquirió los puestos 83 y 84.
Acababa de nacer Pollería Santos, un negocio que seguiría su curso durante tres generaciones hasta nuestros días. En aquellos años, se trataba de un puesto de madera con el mostrador de mármol, donde este algecireño comenzó a trabajar la venta de productos cárnicos de alimentación.
En la plaza, Antonio era conocido como Caldera, un sobrenombre que le venía de su padre, que era artesano de sartenes, anafres y calderos. En su puesto, vendía pollos y gallinas vivas que venían en tren desde el campo, pero también todo tipo de productos de alimentación, como quesos incluso melones cuando llegaba la temporada.
Luego, los estatutos del mercado obligaron a establecer géneros concretos en los distintos puestos, y Caldera terminaría por especializarse en el pollo y en el cordero.
Esplendor
Varias décadas después, su hijo Juan, al que la plaza también conoció como Caldera, continuó el negocio familiar, conociendo los momentos de mayor esplendor del mercado. En los años setenta y ochenta, el entorno de la plaza era un hervidero. El pequeño comercio florecía en la zona baja de la ciudad y la única referencia de la alimentación fresca del día eran los puestos.
Pollería Santos se terminó de consolidar entre la clientela algecireña. Los tiempos habían evolucionado, y el puesto tradicional de madera ya había adquirido su presencia actual. Además, ya empezaba a haber vitrinas obligatorias y cámaras para conservar los alimentos en frío.
El mercado fue toda su vida para Juan Santos. Tras curso los estudios primarios, muy niño aún, su padre le introdujo para ayudarle en el negocio familiar, que ya nunca abandonaría, siempre ligado a la especialización en el pollo y el cordero como marca de la casa.
Modernización
Juan Antonio Santos es la tercera generación. Para él, las cosas fueron distintas. “Mi padre me llevaba los sábados para que le echara una mano, pero a diferencia de lo que él vivió de niño, siempre quiso que yo estudiera y me hizo hacer una carrera”.
Juan Antonio Santos acabó la carrera de Dibujo Técnico, pero al final, su vida terminó ligada a la historia familiar: “Siempre me gustó el negocio, y una vez que terminé la carrera, me asenté con mi padre”.
Con el nuevo milenio, Juan Antonio y su hermano tomarían el legado familiar, comprande además el puesto número 82, que actualmente se usa como cámara frigorírica y como vitrina grande con expositores y quesos.
Primero con su hermano y ya después en solitario, Juan Antonio Santos fue dándole impronta de modernidad al centenario negocio familiar. El género de Pollería Santos sigue siendo el pollo y el cordero, que Juan Antonio ha ido trabajando con todo tipo de especialidades: el pollo, tanto en despiece como en elaborados (filetes empanados, lagrimitas, san jacobos, serranitos); el cordero, tanto en sus famosas chuletitas como el lechal; y la quesería de El Gazul, de la que tienen toda la referencia de la casa.
Juan Antonio ha sido un ejemplo de emprendimiento desde que tomó las riendas del negocio familiar. Fue fundador, junto con Fernando García Mena y otros de la asociación de comerciantes del mercado. Además, ha ido de la mano de la evolución de los tiempos, trabajando las redes sociales o ahora dando el salto a la venta online a través del Centro Comercial Virtual del Campo de Gibraltar.