Corría el año 1968 cuando Antonio García, su padre, montó el puesto en el mercado de Algeciras. Pronto, los mentideros de la plaza le pondrían el sobrenombre de El Chato, por su nariz achatada. Había nacido en Utrera, y llegó a Algeciras años atrás para hacer el servicio militar. Después de un tiempo trabajando en el hotel Reina Cristina, y tras un breve periplo por Suiza, volvería a Algeciras para montar el puesto de carnicería.
Su trabajo le sirvió para ir trayendo al resto de su familia a la ciudad, hasta un total de diez hermanos. La mayoría de ellos se terminaron dedicando a la venta de comestibles.
Fernando García Mena vivió desde niño la cultura de aquel mercado bullanguero de puestos y colores, de ruido bullicioso, de ir y venir de gente alrededor de aquella joya que levantara el ingeniero Eduardo Torroja. A la salida del colegio y los sábados acompañaba a su padre en el despacho de carne, en el que ya se fue empapando de aquel arte del trato cercano y familiar con el cliente.
Con 16 años, por una fallo en la matrícula en el instituto Isla Verde, terminó matriculándose en el nocturno. Aquello sería determinante, porque su padre le pidió que compatibilizara ambas cosas y que le echara una mano en el puesto. Se sacó el Bachillerato al poco tiempo, pero para entonces su profesión ya estaba en marcha en aquel mismo puesto de carne en el que había crecido.
Toda una vida
Cinco décadas viviendo el mercado de abastos desde dentro convierten a Fernando García Mena en un conocedor a fondo de sus particularidades. En aquellos primeros años, fue testigo de “una época de mucho resurgir, gloriosa, cuando sólo estaba el mercado y no había grandes superficies”.
“Con el tiempo, ha ido evolucionando y ahora somos un asalariado más, a base de muchas horas y mucho esfuerzo”, admite.
En 1985 Fernando tomó las riendas del negocio familiar. “Empezamos ya con nuevas técnicas y otro tipo de ventas, como el precocinado. Hace unos quince años, me metói de nuevo en el embolado de renovar el puesto. Han cambiado algunas cosas, porque ha cambiado el sistema. La gente antes se llevaba el pollo entero, ahora se lo llevan en piezas; el precocinado no existía… Yo he visto hasta los pavos vivos en los años setenta, o matar pollos allí mismo y venderlos recién matados”.
Una evolución, en la que el magisterio de su padre pervivió durante el paso de los años: “Estuvo al lado mía y no dejaba de venir ni un sólo día, hasta que tuvo 90 años”.
Pollo y carne de caza
Fernando García heredó de su padre todo el magisterio de la profesión, el negocio y hasta el sobrenombre de El Chato. Durante décadas ha seguido manteniendo el género y la idiosincrasia de uno de los puestos más clásicos del mercado.
En la carnicería El Chato el cliente encuentra un trabajo especializado de muchos años en la carne de caza, la recova y la pollería, además del codero, el cabrito, el pollo, los quesos y los preparados y precocinados.
A ello se unen todos los ingredientes del comercio tradicional: “el trato personal; la venta directa de los productos, ya que cortamos según lo que nos piden; la confianza; incluso el poder charlar, que a veces somos hasta psicólogos, porque te cuentan todos sus problemas. Eso no lo encuentras en un comercio que no sea tradicional”.
Asociación de comerciantes
Además, desde hace bastantes años, Fernando García Mena es también la cabeza visible del mercado Ingeniero Torroja. Presidente de la asociación de comerciantes desde su fundación, allá por los albores del 2000, no ha habido problema, consulta o cuestión relativa al mercado que no haya tenido a Fernando como foco.
Ello le convierte, además, en un comerciante aún más especial, involucrado hasta el tuétano en todos los problemas del centenario mercado: “Es complicado, porque aparte de atender a tu negocio, tienes que afrontar problemas constantes, de limpieza, si hay algún despefecto, con los servicios…”
En estos veinte años, han sido muchos los logros que se han conseguido desde la asociación. La más destacable para García Mena es “las reformas que se han hecho en el mercado, cuando la cúpula estaba en unas condiciones lamentables. Se llegó a conseguir que hicieran una obra genial, que permitió contener los ocho pilares”. Pero también recuerda otros logros como “los interiores del mercado, la reforma de los servicios, el alumbrado, la zona wifi...” Incluso llegaron a protagonizar una huelga, con un día de cierre, por los atrassos en los trabajos de la parte exterior del mercado.
A los logros, se unen otras asignaturas pendientes, como la de los aparcamientos públicos, una reivindicación histórica para favorecer la afluencia de clientela.
Toda una vida dedicada al mercado Ingeniero Torroja, tanto en su puesto de carne como al frente de la asociación de comerciantes. A pesar del paso de los años y el recuerdo de un pasado de esplendor, Fernando García Mena presume orgulloso de que el mercado de Algeciras sigue siendo uno de los de mayor actividad en toda Andalucía.
La renovación constante le ha llevado ahora también a sumarse a la inicaitiva del Centro Comercial Virtual del Campo de Gibraltar, una gran plataforma de venta online en la que ya se puede comprar productos de la plaza a golpe de clic y recibirlos en el municipio.