Los dos “saildrone”, una especie de tabla de surf de unos siete metros de longitud que porta numerosos sensores científicos, han cumplido así una de las etapas más complicadas del viaje que realizan estas naves desde las Islas Canarias a Italia, cosechando diversos parámetros biogoquímicos y físicos del agua del mar, entre ellos del CO2.
Son los dos protagonistas del experimento “Atl2Med” (acrónimo de “Del Atlántico al Mediterráneo”), un experimento en el que participan doce instituciones científicas de Alemania, Francia, Portugal, Bélgica, Finlandia y España.
Coordinado por la Infraestructura de Investigación Europea del Sistema de Observación Integrado del Carbono(ICOS-RI), el experimento se inició el pasado 18 de octubre, cuando la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan) liberó en la costa de Gran Canaria estos dos vehículos.
Los saildrones son dos prototipos creados por una empresa del mismo nombre de California y que desde su sede pilota estas curiosas naves, que circulan, como un velero, con la propulsión del viento, y llevan instaladas también unos paneles solares con los que cargan las baterías del sistema de sensores que llevan a bordo y que, vía satélite, envían la información que recogen a su receptor en California.
Desde Gran Canaria, los “saildrones” han surcado el mar hasta Cabo Verde y el Golfo de Cádiz.
Hoy han cumplido el hito de atravesar el Estrecho de Gibraltar, una zona con tanto tráfico marítimo y mercante, que para esta etapa han sido “escoltados” durante unas veinte millas por el barco oceanográfico UCADIZ, de la Universidad de Cádiz, y efectivos del Instituto Hidrográfico de la Armada y SASEMAR, bajo la coordinación de PLOCAN, como responsable en “ATL2MED” en el tramo Atlántico para las aguas españolas.
Tras adentrarse en aguas del Mediterráneo occidental, ambos aaildrone proseguirán su singladura a través de la vertiente este del archipiélago de Baleares, sur de Francia, oeste de Italia, Sicilia, este de Italia y Trieste, donde finalizará la misión que tiene previsto durar seis meses.
La ruta de estos dos veleros autónomos, cuya resistencia fue probada antes al completar una de las pruebas más duras en el mar, circunnavegar la Antártida, no es casual, ya que sigue a estaciones oceánicas ubicadas en distintos puntos, algunas de las cuales, como la de Canarias, lleva 25 años recogiendo datos con una boya a 130 kilómetros al norte de Gran canaria.
En sus más de cuatro meses de navegación por el Atlántico, los “saildrones” no han encontrado problemas, aunque sí habrán sorprendido a más de un navegante que se haya topado con estos curiosos veleros de un llamativo color rojo y sin nadie a bordo.
“Tenemos un indicio de que alguien intentó remolcarlos, pero por alguna razón desistieron”, explica Carlos Barreras, del área de vehículos autónomos marinos de la Plataforma Oceánica de Canarias.
En otro momento tuvieron que volver a Canarias, a hacer una parada de mantenimiento y limpieza, porque en las aguas subtropicales de Cabo Verde las plataformas se llenaron de algas e incrustaciones cuyo peso les restaba eficiencia.
Sus aventuras siguen a partir de hoy en aguas del Mediterráneo.