“Y llegó al final mi hora, la de mi familia, la de la familia Martín Carpena o la de mi amigo Pablo Muñoz Cariñanos. Después de batir todos los récords, el ministro del Interior Grande Marlaska ha acercado al País Vasco y beneficiado penitenciariamente en dos años a más presos de ETA que en los 15 años de Aznar y Rajoy juntos.
Me tocó a mí. Acaban de beneficiar penitenciariamente a tu padre, asesino de mi padre, del concejal del Partido Popular Martín Carpena y del coronel Muñoz Cariñanos, miembro del «comando Andalucía» que en el año 2000 junto con el asesino Harriet Iragi mataron y destrozaron nuestras familias.
Acercan desde Algeciras a Zaragoza al malnacido de tu padre y la malnacida de su pareja, Eider Pérez, que es tu madre. Tuviste la mala suerte de tener a estos padres cuando naciste en 2008 y ya con 12 años seguro no sabes las auténticas barbaridades que cometieron tus padres.
Tu madre, lejos de las caricias que seguramente tú recibiste, asesinó al hijo de un buen amigo mío: al mosso de Esquadra Santos Santamaría, con 32 años. Tu madre colocó una bomba en un coche para que este servidor de Cataluña y España saltara en mil pedazos en la urbanización Santa Margarita de Rosas en Gerona. ¿Te lo ha contado tu madre?
Tu padre tiene un currículo peor. Lleva tres asesinatos a su espalda, entre ellos el de mi padre. Junto a su amigo Iragi, disparó a mi padre en la boca, a 5 centímetros, a bocajarro. Previamente, en julio de 2000 lo hizo con un concejal de Málaga y el 16 de octubre con el padre de mi amigo Pablo Muñoz Cariñanos. Pero seguramente Garikoitz, con tus 12 años, crees que tus padres son unos «gudaris», unos héroes que han luchado por un «ficticia» patria vasca.
Tu padre fue detenido el 16 de octubre de 2000 en Sevilla por la Policía Nacional gracias al pueblo sevillano y lo «cantó» todo, quiénes eran los jefes, las estructuras de ETA, absolutamente todo. Mintió cuando denunció torturas por la vergüenza de que podrían considerarlo un «chivato» en ETA, pero la Policía no le hizo absolutamente nada. Tus padres me destrozaron la vida, la de mi familia y la de decenas de personas de otras dos familias. Pero yo no olvido ni olvidaré.