IAM/Redacción En las elecciones celebradas en Europa durante este año sorprende el giro decididamente derechista que ha tomado la reacción política. Esta reacción ha hecho surgir una serie de partidos mayormente populistas y nacionalistas.
Sólo en Grecia y España la izquierda ha ganado terreno, y pese a ello esta experiencia en el sur de Europa revela una debilidad mayor de la izquierda: la ausencia de un programa claro para remodelar el capitalismo y la globalización para el siglo XXI. Desde Syriza hasta Podemos, la izquierda no ha conseguido hallar ideas alternativas posibles, económicamente razonables y políticamente populares. Sin embargo, no todo es malo, según el economista turcoamericano, Dani Rodik, poco a poco el vacío intelectual de la izquierda se está llenando, y ya no hay motivos para seguir creyendo en la tiranía de la falta de alternativa. Ya que si no hay alternativa no hay democracia.Dice Rodik que hay un corpus económico “respetable” cada vez mayor del que los políticos de izquierda deberían extraer inspiración. Para él, la ausencia de un programa alternativo para remodelar el capitalismo y la globalización puede corregirse pronto, porque el vacío intelectual de la izquierda se está llenando.Veamos algunos ejemplos de los que plantea el economista Dani Rodik: Anat Admati, la economista israelí, docente en Stanford, que cada vez que habla hace estremecer a los bancos; Thomas Piketty, el economista francés, con sus variadas propuestas políticas para encarar la desigualdad a nivel nacional; Mariana Mazzucato, la profesora de Susex, de 48 años, asesora del laborista ingles Corbyn, con textos muy profundos sobre cómo fomentar la innovación inclusiva desde el sector público; el nobel Joseph Stiglitz y sus reformas sobre la globalización y la desigualdad. Hay más, pero, con lo aquí expuesto hay suficientes elementos para construir una respuesta económica programática desde la izquierda.Sin embargo, primero hay que tener muy claro la diferencia crucial entre la derecha y la izquierda. La derecha prospera profundizando en las divisiones de la sociedad (“nosotros” contra “ellos”), mientras que la izquierda, cuando es exitosa, supera esas divisiones por medio de reformas que unen al conjunto de la ciudadanía. De ahí la paradoja: las primeras olas de reformas de la izquierda (la socialdemocracia y el Estado de bienestar), al querer salvar al capitalismo de sí mismo, se volvieron superfluas. Si ahora se plantea una respuesta similar, se dejará vía libre a los movimientos populistas y de extrema derecha que llevarán al mundo (como siempre lo han hecho) a una división más profunda y a nuevas proliferaciones de conflictos. Así que hay elementos para una alternativa real posible. Espero que ésta nazca pronto.