El drama de nuestra sociedad es la desigualdad. España es un país con fuertes desigualdades, por eso los españoles no dejamos de demandar a los políticos más igualdad, solidaridad y protección.
Uno de los factores que explican la desigualdad en nuestro país es el sistema educativo español peor dotado que el de nuestros socios europeos. Por eso, según el último informe PISA de la OCDE nuestro sistema educativo no mejora. España, sin embargo, era uno de los países del mundo con más equidad, pero ésta se ha ido perdiendo poco a poco.
Once años han tardado en arreglar un muro agrietado en el colegio Campo de Gibraltar del barrio de La Bajadilla. También ocurre en este colegio que se practica un alto índice de segregación escolar (concentrar a los alumnos con menos recursos en los mismos centros). Un modelo que reduce las posibilidades de los niños de comunicarse con compañeros de diferente estrato social, socavando su cohesión social en el futuro y exponiéndolos a condiciones de aprendizaje menos favorables.
Resulta más que evidente que los recortes en educación por la crisis anterior y la pandemia actual, han dejado al sistema cojo, y que, por supuesto, afectan siempre más a los que menos tienen. Otro factor importante, que explica la distancia entre la educación en España y la del resto del mundo desarrollado, es, por supuesto, la desigualdad económica.
La propia OCDE lo recalca: hay una relación directa entre el nivel sociocultural de las familias -entre los ingresos y el nivel educativo de los padres- y el desempeño de los hijos en el colegio. Es el factor que más afecta a la educación, con mucha diferencia. No es porque los hijos de familias bien sean más listos, como en tiempos argumentaba Fraga, sino que la educación empieza en casa, y hay muchas casas en España donde los padres no pudieron estudiar o apenas hay libros.
La diferencia entre estudiantes ricos y pobres es evidente en el informe PISA, se ve en la ciudad, entre los barrios, y también entre las distintas comunidades autónomas. Mientras las zonas ricas del país -Navarra, Madrid o Euskadi- obtienen notas muy por encima de la media de la OCDE, en las pobres -Andalucía o Extremadura- el resultado es mediocre. Todas ellas tienen la misma ley, así que es obvio que el factor más determinante no es el modelo educativo, que es el mismo para todas las autonomías, sino el económico.
Además de la desigualdad, otro factor que explica la distancia entre España y el resto de la OCDE es la historia. Muchos piensan en el informe PISA como en la Fórmula 1. Ordenamos a los países como si fuese una competición deportiva, cuando los avances en la educación más bien se parecen a los movimientos de las placas tectónicas. Son lentos, a lo largo de las generaciones, y por eso el retraso en la educación de un país tarda décadas en solucionarse.
También el pasado es determinante y España viene de donde viene: de un siglo XIX para olvidar, y de un siglo XX marcado por la Guerra Civil y la dictadura. A veces se nos olvida, pero hace apenas tres décadas España aún tenía problemas de analfabetismo que en el resto de Europa ya estaban resueltos desde hacía un siglo.
Si se comparan los datos de analfabetismo en 1860 con los últimos resultados de PISA por autonomías, se entiende mucho mejor el peso de la historia. El informe del sociólogo José Saturnino Martínez García es bastante claro al efecto: las comunidades con más problemas de analfabetismo en 1860 son las que también salen hoy peor paradas en el informe PISA.
¿Cuál es la causa de ese subdesarrollo de Extremadura o Andalucía? Se explica, según Martínez García, por la estructura social y de propiedad creada alrededor del latifundio, donde gran parte de la población de estas regiones eran jornaleros sin tierra, mano de obra casi esclava sin acceso a la educación más básica. Las viejas heridas aún se notan. Recordemos que es más difícil salir del subdesarrollo educativo que del económico.
Por supuesto, no todo es achacable a la desigualdad económica y la historia. Siempre hay margen para la mejora, pero preocupa el estancamiento de los resultados españoles durante los últimos diez años, no mejoramos. Porque, además del peligroso aumento en desigualdad, los verdaderos puntos negros de nuestro modelo son el fracaso escolar, la evaluación de los centros y su falta de autonomía.
Así que, los factores determinantes para la desigualdad en el sistema educativo son, como hemos señalado, la desigualdad económica, la herencia cultural y el pasado, pero estos retos que a veces parecen irrealizables pueden ser superados con el triunfo de la razón y la justicia, porque los ideales que no se han realizado siguen teniendo efecto en cada nueva generación como un elemento de impulso moral. Pero no estaría de más que la administración autonómica mejorara el empleo público en educación. No es un deseo. Es una obligación.