El artículo publicado en un periódico digital, por don Manuel Gutiérrez, cuando menos, se le puede calificar de interesante, sin que ello quiera decir que no se le pueda acompañar de otros títulos, en sentido positivo. Y, por qué esa alabanza. Porque muy pocas veces se habla de Gibraltar con el tono tan conciliador como lo hace su autor.
El tema de Gibraltar es más emocional que racional, y sin la razón y un repaso sosegado de la historia, por las dos partes, y quizá más por el lado de Gibraltar, no podremos conseguir unas relaciones estables y duraderas en el tiempo. Hay que abandonar, de una vez, o por lo menos intentarlo seriamente, las inestables que nos llevan acompañando tanto tiempo.
El asunto gibraltareño que, largo me lo fiais valga la frase quijotesca, si se lee el Estatuto de Gibraltar, reproducido precisamente en una sentencia del Tribunal Europeo, a cuenta de una cuestión sobre la tributación del juego, en 2017, como bien dice; Gibraltar es una Colonia británica y que, como tal, no pertenece al Reino Unido, aunque ésta fuera una cesión de España a la Corona Británica, con lo que, particularmente, no estoy de acuerdo. Y no lo puedo estar, porque parece que la flota Anglo-Holandesa venía de realizar actos de caridad, y no de tomar parte por uno de los bandos de españoles, enfrentados en aquel momento, por el trono de España.
Cómo poner a dos pueblos de acuerdo, cuando uno considera la ocupación como un acto de guerra y el otro como una graciosa cesión. Cómo fiarse de alguien que incumple, cuando le conviene, no sólo lo que firma, sino hasta las resoluciones de las propias Naciones Unidas.
Muchas y buenas puñetas hacen falta en este contencioso, para que el Derecho diga diego donde antes dijo digo, por muy interpretable que sea. De ahí, la particularidad de Gibraltar y sus aristas, que señala el Sr. Rodríguez.
Por otra parte, Gibraltar, como territorio fronterizo, y como pasa en todos los puestos de frontera, creó un submundo ajeno a todo lo que le rodeaba, incluida la modernización social, industrial y hasta intelectual, podríamos decir, de la Comarca, puesto que, el trapicheo fronterizo aportaba una riqueza facilona y ajena a cualquier tipo de esfuerzo, sumiendo a los pobladores cercanos, en un sopor que evitaba hasta el pensar. Es por esto, por lo que habría que razonar, si el Gibraltar británico no fue un freno para el desarrollo y modernización del Campo de Gibraltar.
El que tenga este parecer, por otra parte, constatable, no me impide reconocer que el Campo de Gibraltar de hoy, no es el que yo conocí hace más de 50 años, donde la existencia de personal nativo cualificado era, cuando menos, bastante escas, sin que todo pudiera ser imputable a los campo-gibraltareños, y sí mucho, al abandono secular sufrido por la Comarca como le llama el presidente de la Cámara de Comercio, el Sr. Fenoy. Ese abandono secular, al que hace referencia Fenoy, propició que esta zona tuviera la consideración, de territorio no muy apropiado, para llevar a cabo un proyecto de vida.
Es por esto por lo que, todos aquellos que llegaron a un lugar cuasi yermo, para levantar las primeras fábricas, automatizar las obsoletas comunicaciones (las terrestres y ferroviarias ha ido a peor) o a modernizar la Justicia y se quedaron, son merecedores de un reconocimiento.
Ahora bien, ¿es una dificultad el conocimiento de la historia para que dos pueblos vecinos se lleven bien?, creo que no, radicalmente, no. Pero, para que esto ocurra, hay que dejar la soberbia que proporcionan las cañoneras, en algún túnel del Peñón para que el tiempo haga resurgir lo mejor de cada uno.
Y nada mejor para ello, que el conocimiento de las cosas. Si no conocemos la realidad, nos encontraremos con muchos obstáculos para cambiarla. Y, esa realidad fue una y ahora es otra, además, por voluntad de una de las partes. Gibraltar pertenecía a UE, en tanto en cuanto, el Reino Unido, era miembro de ella (particularidades aparte) hoy Gibraltar, ha sido arrastrada fuera de las fronteras de la UE, porque así lo han decidido los británicos. Este desaguisado fronterizo y de hermandad que, aunque cogido con alfileres funcionaba, de qué manera lo reponemos, Por eso lo de las puñetas, porque de una vez por todas, el Derecho tiene que intentar dar a cada uno lo suyo.