Tema de actualidad mediática que ronronea en tertulias informales, charlas familiares y comentarios de calle, el del apagón que se anuncia, al parecer por fuentes solventes en unos cuantos países. Finalizado el dilatado sobresalto y alarmas consecuentes del COVI-19, las noticias apuntan hacia otros frentes. Hace hoy sólo un mes (6 de octubre) comenzó a sonar el tema de acopio de alimentos y otros productos de primera necesidad a raíz del desabastecimiento de las gasolineras en Inglaterra. ¿Alguien se acuerda? Y ya entonces el gobierno justificó la debacle aclarando que: No hay falta de combustible, hay escasez de conductores que la transporten. Y el primer ministro, Boris Johnson, remataba el asunto achacando que la crisis era consecuencia del Brexit y que era un periodo de ajuste al mismo. ¿Cómo es posible que el Gobierno Británico fuera sorprendido por esta situación? Sobre todo conociendo los enormes recursos de que dispone para analizar la situación mundial, sus MI5, 6, su Foreign Office, la Commonwealth
Inmediatamente, casi 24 horas después, aparecían las primeras noticias que anunciaban la crisis de posibles desabastecimientos en Estados Unidos de América del Norte (EEUU) y los medios el día 13 de octubre informaban de que el mismísimo presidente, de ese inmenso imperio, Sr. Biden lideraba una plan para salvar del desabastecimiento al emporio comercial en fechas tan señaladas como el Black Friday y Navidad. Se argumentaba que la causa era el colapso de los sistemas de transporte marítimos que han crecido en los últimos años coherentemente con la gran globalización que ha experimentado la economía mundial.
¿Alguien se acuerda de la crisis de los microchips? Estamos en marzo de este año. Las fábricas de estos esenciales productos, para la inmensa mayoría de los aparatos y vehículos industriales y particulares, se encuentran en Asia (Taiwán, Corea del Sur, China, Singapur ) y en EE. UU. Estas fábricas pertenecen casi en exclusiva a tres empresas: la taiwanesa TSMC, la coreana Samsung y la americana Intel. Aún resuena la invocación de la Comisión Europea a la Soberanía Tecnológica, para una Unión Europea que parece despertarse del síndrome des-localizador de las empresas tecnológicas y de automoción, sobre todo en países asiáticos.
Desde enero ya se identificó el problema de la escalada de precios de la energía eléctrica La subida de la electricidad reabre el debate sobre el sistema energético. El precio de la energía aumenta hoy otro 6,7% y acumula un incremento del 110% en enero. Otra crisis que no ha parado de crecer y que está provocando que unos cuantos gobiernos europeos hayan asumido su impotencia para garantizar a la ciudadanía el servicio energético y ya se habla abiertamente de un apagón general. Austria, Suiza incluso la ordenada y previsora Alemania dan consejos a sus ciudadanos para que hagan acopios de alimentos no perecederos, conservas, agua, pilas, lámparas incluso tener preparadas mochilas con elementos esenciales para la supervivencia. Y asusta esto del apagón, no sólo por las consecuencias en el diario vivir de las gentes, sino porque es posible llegar a la conclusión de que los gobiernos de estos países civilizados se han dado por vencidos mostrando a la ciudadanía la impotencia del Estado al aceptar como inevitable el gran apagón. ¿Pueden apagarse todos los Estados? ¿Serán incapaces estos Estados, del primer mundo, dar respuesta a una situación especial que esencialmente justifica precisamente la existencia del mismo? Porque qué sentido tiene mantener con enormes impuestos la descomunal estructura de un Estado, si cuando se precisa de su existencia deja a la ciudadanía vendida a su suerte. Quienes políticamente gobiernan estos Estados ¿No se percatan de que con estos anuncios de sálvese el que pueda se le está dando un finiquito? Nada menos que a un ideal que nace en el Renacimiento, cuando las gestes serviles, sometidas al homenaje de reyes y nobles, juraban pleitesía a quien asumía el deber de defenderlas. ¡Ojo!, que más de una persona puede percatarse de que estos Estados modernos son sólo de pacotilla y que siempre aliados con los grandes y poderosos, a la primera de cambio, abandonan a su suerte a la débil ciudadanía, que sólo le queda seguir los consejos de como sobrevivir por su cuenta. Siempre será mucho mejor ¡Todos a una como Fuenteovejuna!, que ¡Cada uno pa su bolsa!