El proyecto nace impulsado por estos cuatro internos, que son la base del proyecto, y la colaboración de dos residentes del módulo de respeto de Botafuegos. En la logística han participado la trabajadora social, la educadora, funcionarios del centro penitenciario, así como la colaboración del fotógrafo y personal laboral de mantenimiento del centro.
El objetivo era el de rendir un homenaje a uno de los sectores más perjudicados por la pandemia, como son los autónomos y los comerciantes en general.
Previamente, se realizó una labor minuciosa consistente en fotografiar todos los rincones de la plaza, como popularmente la conocen los algecireños.
El presidente de la asociación de comerciantes, Fernando García Mena, mostraba ayer su sorpresa ante el resultado de la obra: “Recuerdo que vinieron pidiendo autorización para hacer las fotos. Pero no nos imaginábamos que el resultado iba a ser tan espectacular. Es una maravilla”.
La maravilla en cuestión es una réplica exacta del mercado de abastos, a la que no le falta ningún detalle: el edificio del ingeniero Torroja, los puestos de la zona exterior, la churrería, los contenedores de basura, personas comprando y, como no podía ser de otra forma, todos los puestos que conforman la encrucijada de caminos del interior del edificio.
Pero lo verdaderamente fascinante de este trabajo ha sido las condiciones en las que se ha realizado. La cárcel no es la vida real, y allí no se pueden introducir herramientas tan sencillas como un martillo o una sierra. Incluso la pintura o el disolvente son materiales peligrosos en un recinto donde se debe restringir el acceso a cualquier material que sea mal utilizado.
Ello les ha llevado a tirar de ingenio y de paciencia. Mucha cegueta, mucha lija y algún que otro recurso ingenioso como los tornillos de un banco, sirvieron para trazar líneas y asegurar estructuras. Incluso, para trazar circunferencias, construyeron un compás con una puntilla y una cuerda.
Un esfuerzo redoblado que hace aún más valioso el trabajo y el resultado de una obra que está dando mucho que hablar en las redes sociales.
En un derroche de ingeniería, los autores de la maqueta han instalado un sistema para levantar la cúpula del edificio y, mediante un circuito de luces, dejar a la vista del espectador todos los puestos del interior del mercado, todos con sus nombres originales, su género, sus vendedores…
Un auténtica joya que no es ni siquiera la ópera prima de estos internos del centro, que hace ya meses terminaron una réplica de la plaza de toros, que fue inaugurada por el alcalde, José Ignacio Landaluce.
De momento, la maqueta permanece en el interior de los muros de la prisión, junto a sus geniales creadores.