El portavoz de Verdemar Alfredo Valencia explica que el flamenco rosado tiene históricamente a la Bahía de Algeciras como uno de sus lugares de paso y de parada estacional en sus rutas migratorias. El motivo es la “memoria innata” que tienen las aves de siglos atrás, cuando todo el polo industrial de Palmones era una gigantesca marisma.
“El confinamiento está dando un respiro al planeta. El flamenco rosado es un claro ejemplo. En él se presenta la tranquilidad de antiguas zonas donde hacían su descanso en trayectos de migración”, explica, admitiendo también la influencia de las temperaturas registradas en los últimos días.
A pesar de todo, parajes naturales protegidos como el de la desembocaudra del Palmones siguen siendo escenario de este espectáculo de la naturaleza, como ya se registró en el mes de abril del año pasado. Sin embargo, el también portavoz de Verdemar Antonio Muñoz explica que “no se respetan los límites de protección de los parajes naturales del Campo de Gibraltar”, ya que “la actividad de deportistas desaprensivos, marisqueros y vertidos, hacen que estas especies se vayan al final a otras zonas”.
Un reflejo del Campo de Gibraltar de hace siglos
Alfredfo Valencia insiste en que la imagen de los flamencos es sólo una más de las registradas desde que comenzó el confinamiento por la crsis sanitaria del coronavirus.
En este periodo, la Bahía de Algeciras “se ha colmado de especies, como ballenas o delfines, porque no se está dando el tránsito masivo de embarcaciones”. Entre las especies cuya presencia se ha identificado de forma masiva en estas fechas, cita al corremolinos (una especie muy pequeña, que se alimenta en la franja del litoral cuando baja la marea), alcaudones, lavandera, cogujadas o totovías.
“La Bahía ahora mismo es un vergel”, afirma Valencia, que detecta la presencia muy cerca de las viviendas de numerosos ejemplares de gorriones, estorninos o mirlos.
“Estos epidosios tan llamativos nos hacen pensar en cómo sería la zona del Campo de Gibraltar sin la presión antrópica”, afirma el ecologista, que lamenta que “se van a ir reduciendo a medida que se relaje el confinamiento y que el ser humano vuelva a ocupar las zonas naturales”.
“Este descanso que le hemos dado al planeta, nos lo ha agradecido. La madre tierra nos está dando una lección, dándonos un reflejo de cómo era, y dándonos la oportunidad de que veamos cómo ha bajado la contaminación y cómo se ven especies en un número mayor. Incluso estamos escuchando sonidos en el ambiente que no escuchábamos y luces que no veíamos”, concluye.