Los discursos políticos hacen mención al pasado para eludir los problemas de hoy. Por ejemplo: Si se habla de violencia de género, pues le cambiamos el nombre y decimos que no es violencia de género. Si las autonomías son molestas, pues regresamos al centralismo totalitario. Pensamientos típicamente reaccionarios y de vuelta al pasado, cuyo propósito es convencernos de que si ya estábamos bien antes. ¿Para qué la democracia?
La democracia representativa está en crisis en nuestro país, la gente no se siente representada, pierde expectativas de vida. Con la fuerte crisis económica, social y política, las propuestas no han cuajado bien. Partidos nuevos como Podemos se han convertido en los partidos de siempre. Y los populismos de derechas representan esta vuelta al pasado.
No hay una renovación que nos ayude a entender qué debe ser la democracia hoy y cómo afrontar una democracia que no es perfecta. Sabiendo que no puede serlo porque nada lo es. A veces idealizamos y pensamos que todo hay que destruirlo porque nada llega a lo ideal. Pero lo ideal no existe. Así que la izquierda tiene que espabilarse y dejar de mirarse el ombligo.
A los socialistas le falta coraje, y en política la valentía es una virtud fundamental; además es la primera virtud griega. La izquierda no se atreve a hacer propuestas y/o a tomar decisiones que no sean populares -contra los paraísos fiscales, las reformas tributarias, y todo aquello que permita mantener el Estado de bienestar y por encima de todo, la sanidad y la educación-. No se atreven. La socialdemocracia en España y Europa se está difuminando, desvaneciendo, cuando tienen todavía un potencial fuerte que no sabe aprovechar.
Aristóteles en su Ética a Nicómaco nos enseña que la política sirve para hacer el bien, pero los políticos de nuestro país buscan el mal del otro, en vez del bien de todos. Porque obrar bien y ser feliz es casi lo mismo. Por tanto, es la base para un horizonte de felicidad, un horizonte, no una realidad. El imposible necesario que decía el filósofo Julián Marías. Pero, por favor, no interpretemos el mundo como hacen los filósofos, porque realmente de lo que se trata es de transformarlo. Otro mundo es posible.