Fapacsa no piensa esperar mucho más que el Ayuntamiento solucione de una vez el conflicto del Catastro. La asamblea de esta noche ha servido para que la entidad que preside Juan de Dios Regordán, que ha estrenado su nueva sede, se haya mantenido en su postura de anulación de la ponencia de valores. Fapacsa insiste en que el mes de diciembre es el último plazo que ofrece dentro del talante dialogante que ha mantenido hasta ahora y se reserva el derecho, una vez transcurrido ese tiempo, de tomar las medidas que crea oportunas.
Juan de Dios Regordán no ha querido entrar a valorar quién tiene que arreglar la situación en el equipo de gobierno y particularmente en el PSOE, donde las diferencias entre el alcalde y sus concejales son cada vez más evidentes, y sólo pide “que este tema se solucione de una vez porque entendemos que ya ha pasado demasiado tiempo”.
Por otra parte, Fapacsa piensa endurecer su postura en relación al proyecto de reforma del Llano Amarillo, que el puerto y el Ayuntamiento pretenden convertir en terreno para aparcamientos de la Operación Paso del Estrecho (OPE) y el movimiento vecinal quiere para uso de ocio de los algecireños, de modo que se respete el proyecto original.
Fapacsa volverá a presionar a las administraciones y no se descartan medidas llamativas en un futuro, aunque por el momento no se han planteado de ninguna manera.
Por otra parte, en la asamblea de esta noche se ha acordado la incorporación de cinco asociaciones nuevas a Fapacsa, entre ellas Las Pilas, Los Toreros, Los Pinos, y Mar y Monte, esta última pendiente de ratificación en asamblea de socios. Igualmente se ha seguido avanzando en la organización de las 52 áreas de responsabilidad y se han recogido las quejas de las asociaciones de vecinos sobre los problemas con la pista polideportiva de La Reconquista, que se encuentra en mal estado; los salideros de aguas de La Granja; el acceso central y carencias en Los Guijos y El Cobre.
Por último, Fapacsa ha expresado públicamente su más firme apoyo a los padres de alumnos del colegio Virgen de la Esperanza, que se niegan a llevar a sus hijos a clase hasta que no terminen las obras del edificio, actualmente paradas.