En la editorial del pasado domingo en El País se decía que estaríamos de nuevo en la casilla de salida según todas las encuestas, si hubiera nuevas elecciones el 26 de Junio. Y con un escenario parlamentario que plantearía las mismas dificultades que hoy a la hora de lograr consensos para una investidura. Pero, además, con seis meses perdidos.No sé si los partidos captan las señales que los ciudadanos están emitiendo semanalmente después del 20-D, encuesta tras encuesta, donde siguen prefiriendo un multipartidismo equilibrado al anterior escenario del bipartidismo. En proporción de dos a uno, continúan deseando que los partidos cedan todo lo que sea necesario para que se pueda formar Gobierno.
Quizá los excesivos tactismos, las sobreactuaciones y las infraactuaciones de los cuatro líderes políticos (Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera), escenificando la imposibilidad de llegar a un acuerdo para formar Gobierno, se deban a una insuficiente actuación de lo que el tiempo político nuevo reclama: más humildad posibilista y menos maximalismo arrogante. ¿De quién? De todos. Porque la verdad, qué cumulo de palabras vacías derramadas sobre un público que toca ya palmas de tangos de tanto cansancio político y tanto ilusionismo.Así que nuestra situación política actual no es trágica, pero tampoco es la mejor, y para salir de ella es necesario sumar, nunca restar. Según las encuestas la mayoría de los españoles están a favor de no repetir elecciones, por lo que significa de fracaso de los “políticos” no de la Política.
Y el gasto estéril que supone, no por los dineros, sino porque según las encuestas se repetiría de nuevo el actual mapa político.No es momento de poner barreras al pacto siempre que dicho pacto resuelva los grandes problemas de Estado que arrastramos. No se puede construir sobre “cimientos de barro” como quiere Ciudadanos. Ni creer que ceder es claudicar como piensa el PSOE. Ni esperar el triunfo en la derrota de los demás como especula el PP. Ni, por supuesto, un pactos antinatura como quiere el Partido Popular, pues resultaría inverosímil para la gente una “gran coalición” PP-PSOE, liderada por Rajoy.
El mensaje más importante en la calle es el deseo de que se haga política con mayúsculas, es decir, un gran pacto de Estado de las fuerzas progresistas para realizar el cambio que el país necesita.
Por eso, si no es posible ese pacto, Podemos consultará a las bases qué votar en la investidura. Dice Pablo Iglesias, que una cuestión tan crucial como está no la puede resolver solo la dirección de Podemos, sino toda la gente. Por tanto, los inscritos en Podemos tendrán la última palabra sobre cuál será su posición sobre este punto de la investidura.Así se decidió el fin de semana en el máximo órgano ejecutivo de la formación entre asambleas.
Pablo Iglesias busca avalar la postura de la dirección del partido y reforzarse ante la posibilidad de unas nuevas elecciones, en las que Podemos, igual que PSOE y Ciudadanos, no quiere aparecer como responsable de que no haya acuerdo, aunque Iglesias haya dicho que está dispuesto a “dejarse la piel” para conseguir que se forme Gobierno.Pero hay más, la última idea, la re-definitiva, es la formación de un Gobierno presidido por Sánchez, sin presencia de Iglesias y Rivera (que velarían desde el Parlamento por la pureza del proyecto), pero con dos ministros de cada uno de sus partidos, y un buen número de independientes. Un Ejecutivo diseñado para poner en marcha un paquete de reformas y, sobre todo, evitar unas nuevas elecciones. ¿Ilusión o ilusionismo? El tiempo lo dirá.