Los de arriba y los de abajo.Por: Ángel Luis Jiménez

.Bertolt Brecht fue un dramaturgo y poeta alemán, uno de los más influyentes del siglo XX, creador del teatro épico, también llamado teatro dialéctico.

En los años treinta escribió su obra teatral “Santa Juana de los mataderos”, hoy más actual que nunca. La pieza de Brecht trata nada más y nada menos que sobre las causas, las contradicciones y los efectos económicos, sociales, políticos y culturales de la Recesión del sistema desatada en 1929 que, como se sabe, paralizó la producción y el consumo, abrió la puerta al terrible desempleo y llevó a la quiebra a grandes, medianas y pequeñas empresas.

Fue la gran crisis del capitalismo.Juana, la trágica protagonista de “Santa Juana de los Mataderos”, dice en la obra que el capitalismo es un sistema donde hay unos pocos arriba y muchos abajo, “y los de arriba gritan a los de abajo: subid, para que todos estemos arriba”. Pero, si miramos bien, se ve que entre unos y otros hay “algo que parece un camino, pero no es un camino sino una tabla”.

Entonces descubres que es la tabla de un columpio (como un balancín infantil), y los dos extremos dependen entre sí: “Los de arriba están arriba solo porque otros están abajo, y solo mientras estén abajo”, y los de abajo tienen que ser siempre más que los de arriba “porque si no el columpio no aguantaría”.Esta imagen puede ser simplista: el sistema económico como un columpio, con una mayoría abajo para que una minoría pueda estar arriba. Bertolt Brecht escribió Santa Juana… en una fecha nada casual en Plena Gran Depresión entre 1929 y 1931, cuando la clase trabajadora mundial se hundía en el desempleo y la miseria tras el derrumbe de 1929.

El resultado es un descarnado retrato del capitalismo salvaje. ¿Vale hoy la imagen del columpio? Poniéndole todos los matices que se quieran, ilustra muy bien el momento que vivimos en España y Europa donde han regresado la desigualdad, el desempleo y la miseria.En España tras unas décadas donde nos hicimos la ilusión de que, si no estábamos todos en la parte elevada, al menos nos parecía más equilibrada.

En los últimos años una multitud ha caído rodando por la tabla, mientras unos pocos están más arriba que nunca. Según el informe de la Red Europea de lucha contra la pobreza y/o exclusión (EAPN), el 29,2% de la población española está ya en riesgo de pobreza o exclusión, más de trece millones de personas, la cifra más alta desde que se usa el indicador AROPE.

El año pasado era el 27,3%, más de doce millones de personas. Hay 400.000 personas más que el año pasado en pobreza extrema (en total 3,2 millones), viviendo con ingresos inferiores a 332 euros mensuales. Estos datos son de España no de ningún país del tercer mundo.La desigualdad no es una consecuencia de la crisis, más bien es el motor económico de esta nueva fase del capitalismo. Pero, ¿existe alguna razón que justifique a la larga la gran desigualdad que vivimos?

El nobel Paul Krugman dice que no, porque la economía puede prosperar con mucho menos concentración de ingresos y riqueza en la cúspide del balancín de la pirámide económica. Y podemos redistribuir una parte de los ingresos que actualmente van a parar a las elites minoritarias, o sea a los de arriba, y destinarlos a fines sociales para los de abajo como la igualdad de oportunidades, el derecho a la vivienda, el derecho al trabajo y el derecho a la educación y a la sanidad.

La defensa de la igualdad está escrita en el mármol del pedestal sobre el que se levantan todas las democracias, y en todas las constituciones suele aparecer en los primeros artículos, en la parte noble, en el cuerpo doctrinario principal: la sacrosanta igualdad en obligaciones y derechos de todos los ciudadanos.

La desigualdad no es inevitable. Y la desigualdad extrema actual no se puede aceptar ni admitir. Puede ocurrir que, si el sistema es un balancín, a la gente le dé ganas de saltar en marcha de él, como cuando de niño nos apartábamos del balancín y el que estaba arriba caía de golpe. Y se hacía daño. 

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