Las cifras de desigualdad hoy en día son abrumadoras y seguirán igual en 2016. Si el mundo desea erradicar la pobreza para el 2030 debe empezar a combatir con más fuerza desde ya este fenómeno que limita el desarrollo de la humanidad y una convivencia de todos más democrática.La lucha contra la pobreza y su principal creadora, la desigualdad, es hoy en día más fuerte que nunca. Después de reducirse la pobreza a la mitad tras cumplir los Objetivos del Milenio, los gobiernos de todo el globo de la mano de las Naciones Unidas buscan el objetivo acordado de erradicar la pobreza para el 2030.El primer Objetivo de Desarrollo Sostenible es bastante ambicioso. Sin embargo, mientras la desigualdad se mantenga en niveles tan altos como los actuales, la pobreza no podrá ser combatida exitosamente, porque cuanto más aumenta la desigualdad económica más crece el dominio de las élites frente al resto de los ciudadanos.El problema es que combatir la desigualdad es mucho más complicado de lo que parece. Como explica el más reciente informe de Credit Suisse, hoy en día el 50% de toda la riqueza está en manos del 1% de la población mundial. En otras palabras, el 99% restante tiene menos riqueza que los más ricos. Esto desemboca en que 1 de cada 9 personas no tiene lo suficiente para comer y aproximadamente 1.000 millones de personas aún sobreviven con menos de un dólar al día.Para ser más exactos, según el Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés), el 0,7% de la población mundial es poseedora del 45,2% de la riqueza del planeta. La desigualdad abruma al mundo. En 1994 el 1% más rico tenía el 46% de la riqueza y en 2014 ya llegaba al 50%. Parece como si hubiéramos vuelta a la época feudal o qué los señores feudales nunca se fueron.La lucha contra la pobreza debe comenzar por reducir la desigualdad, de lo contrario alcanzar los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible puede complicarse mucho más de lo establecido hoy en día, cuando la pobreza, por primera vez en la historia, se podría solucionar. El problema no es que falte producción, sino como se reparte: esta es una tragedia aún más injusta porque hoy tiene arreglo.Según señala estos días en la prensa Christine Lagarde, Presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), el crecimiento mundial será decepcionante y, por supuesto, igualmente desigual en 2016 debido al aumento de las tasas de interés en Estados Unidos y el consiguiente efecto en la economía de los países que tienen su deuda en dólares.Si añadimos la desaceleración económica en China, los efectos de la caída del petróleo en muchas economías emergentes que son productoras, el envejecimiento de la población y los efectos de la crisis financiera mundial, que han frenado el crecimiento y las perspectivas de mejora a medio plazo, podemos decir que al sistema le falla hasta el crecimiento.El capitalismo de la globalización, del crecimiento, de la burbuja económica ha abusado tanto que ya no aguanta más. Ha llegado el momento de redistribuir, de impartir justicia, de tener como objetivo la igualdad. Porque, ¡oh, sorpresa! está comprobado que las sociedades más igualitarias funcionan mejor.El PP después del 20-D lo tiene complicado. El poder político no puede seguir siendo cómplice de los intereses de las entidades financieras, sino de los intereses generales. Porque si no lo hace, tendrá un problema de credibilidad: o responde a los ciudadanos o a las entidades financieras. Las dos cosas juntas está demostrado que no puede ser. Feliz 2016.