Cuando le preguntan los periodistas a Mariano Rajoy si la convocatoria de las elecciones generales será en septiembre, noviembre o diciembre, se limita a responder: “Todo es posible”, sin revelar una decisión con tanta trascendencia política para el futuro. En estos momentos están en juego las medidas que se pueden aprobar antes de las elecciones, la estrategia de todos sus oponentes y el posible inicio de un régimen político distinto.Los escenarios electorales sobre los que tiene que decidir Rajoy son muy complicados:Septiembre. El presidente está recibiendo presiones para hacer coincidir las generales con las autonómicas catalanas. Los que defienden esta opción sostienen que es una forma de hacer frente a esas elecciones y al desafío soberanista. Entienden que daría impresión de fortaleza y diluiría el carácter plebiscitario de los comicios catalanes. Porque además tiene muy difícil poder recurrir el 27-S de Cataluña, si el decreto de convocatoria sigue el formato habitual de anteriores citas electorales, sin más referencias que las de unas elecciones autonómicas anticipadas. El hecho de que los dirigentes de la Generalitat hablen de “elecciones plebiscitarias” no tiene ningún valor, porque ese concepto legal no existe. El principal inconveniente para Rajoy es no tener garantizado un buen resultado constitucionalista y, sobre todo, la imposibilidad de aprobar los Presupuestos al convocarse las elecciones alrededor del 4 de agosto (siempre 54 días antes de las elecciones).Noviembre. Esta fecha ya no sería de adelanto electoral, aunque técnicamente Rajoy las convocaría antes de finalizar su mandato. De hecho, en España siempre se han convocado las elecciones generales antes de acabar la legislatura, pero técnicamente no se trata de anticipos electorales. Se convocarían en septiembre, pero el Presupuesto que tanto le preocupa a Rajoy no se aprobaría en su mandato, ni habría tiempo para tomar la decisión de revalorizar las pensiones congeladas desde hace cinco años. Y el nuevo Ejecutivo no estaría constituido hasta finales de diciembre o principios de enero del año próximo. Sin embargo, la gran preocupación del Ejecutivo es el hecho de que la mayoría de las iniciativas frente al proceso independentista que pudiera arrancar del 27-S tendría que adoptarlas el Gobierno con las Cortes disueltas desde octubre y un Gobierno en funciones hasta el mes de enero. Aunque un Gobierno en funciones no tiene limitación legal alguna para presentar impugnaciones, no parece que sea lo más adecuado.Diciembre. Si las elecciones se convocaran para esta fecha, encajaría perfectamente la aprobación de los Presupuestos anunciada por el presidente. La convocatoria sería en octubre. Si Rajoy logra gobernar con mayoría relativa tras las elecciones, tendría las cuentas aprobadas. Para Rajoy el mensaje de estabilidad a los mercados y a la troika es fundamental y de esta forma se garantiza. Pero además, necesita tiempo para remontar las encuestas y afianzar su estrategia del voto del orden y/o del miedo porque creen que con esta estrategia Podemos tenderá a desinflarse electoralmente, cuando el momento de Podemos es ahora pues lleva un año preparándose para ganar. Además las próximas elecciones, de hecho, no abren una nueva legislatura como Rajoy cree, sino quizá el inicio de un nuevo régimen político en el que muchas cosas habrán de cambiar.