Construir ciudad es construir democracia.Por: Ángel Luis Jiménez

 Todas las mañanas saludo en facebook a mis amigos con unos “buenos días del año del cambio”. Se trata de un deseo más que de una realidad, porque en el fondo no sé si el 2015 será el año del cambio, del cambio “tranquilo” o del cambio “sensato” o del “recambio”. Sin embargo, sé que algo va a cambiar para que esto no siga igual, aunque, por supuesto, la revolución no llegará en mayo. Así que todos tranquilos. Pero si se pueden asaltar los Ayuntamientos democráticamente. Y ganarlos para el cambio y la nueva política.Seguro es que los dos grandes partidos retrocederán el 24 de mayo, y tendrán los peores resultados electorales de las últimas décadas. En las pasadas elecciones andaluzas ya ocurrió,  PP y PSOE perdieron entre ambos casi 350.000 votos -230.000 el PP y 120.000 el PSOE-. La duda en estas municipales y autonómicas es si ese deterioro del bipartidismo supondrá o no un gran revolcón. Pero está claro, y así lo confirman los sondeos y las encuestas, que en este país ya no habrá partidos con más del 40% de los votos.Recuerda el comentarista y analista Antón Losada, en el monográfico sobre municipalismo del periódico digital “el diario.es”, que todo cambio de poder en España ha venido precedido por unas elecciones municipales históricas. Y este año con cinco elecciones estamos ante un dominó donde cada ficha que cae empuja a las que vienen detrás. Vivimos en una situación política impredecible, porque para ganar unas elecciones no hace falta ya ser el más votado, sino demostrar que lo imposible puede pasar. Y se puede.En el artículo citado del diario.es, dice Losada que las elecciones municipales siempre han significado en España algo más que unos comicios locales. Unas municipales trajeron la Republica en 1931. Otras municipales convirtieron al PP en el partido más votado y marcaron el principio del fin del felipismo en 1995. Unos comicios locales anunciaron el fin del ciclo del socialismo de Zapatero en 2011. La Ciencia Política nos recuerda, y con razón, que los resultados de unas municipales no deben extrapolarse sobre unas hipotéticas elecciones generales, porque los votantes deciden cosas diferentes y valoran asuntos distintos. Pero la historia nos dice, también con razón, que suelen representar un aviso que pocas veces falla.Ya se ha acabado el mundo feliz del bipartidismo donde la disputa se limitaba a saber cuánto poder perderían o ganarían unos y otros. El equilibrio es la mejor manera de impedir que el exceso de las mayorías absolutas se traduzca, como está ocurriendo ahora con el PP, en un abuso continuo o en una estupidez igualmente absoluta, donde se aprueban leyes que nacen moribundas, pues la oposición ya pactó derogarlas como las reformas en seguridad, educación o sanidad, con los días contados tras el Congreso que salga en otoño de las urnas.El 24 de mayo nuestro voto decide. En esa noche electoral los ganadores intentaran convencernos de que los resultados de ese día suponen el primer paso de su inevitable victoria en las generales de otoño. Los perdedores se esforzaran en convencernos de que solo son unas elecciones municipales y autonómicas, y utilizarán palabras para ocultar sus pensamientos. Pero, son solo palabras. Al final nuestro voto será lo único que de verdad cuente para decretar el final del bipartidismo o el advenimiento de eso que llaman la nueva política y el cambio. Es posible y Sí se puede, claro que se puede, no tengo la menor duda.

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