Un amigo me ha mandado en estos días un informe de 1914 sobre el proyecto del ferrocarril directo entre la frontera francesa y el puerto de Algeciras. La historia viene de antiguo. El próximo día 17 de enero se cumplirán 90 años de la publicación en la Gaceta (BOE actual) de una Real Orden donde el Ministro de Fomento, haciendo uso -dice la Orden- de las facultades conferidas al Gobierno, dispuso que una Sección de la Comisión de los ferrocarriles transpirenaicos procediera con toda urgencia al estudio del anteproyecto de un ferrocarril que partiendo de Madrid terminase en la frontera francesa. Y añadía que al redactar el proyecto, se tuviera en cuenta el empleo de la tracción eléctrica sobre la doble vía de ancho internacional. Proyecto que se acomodaría al supuesto de que la línea habría de ser explotada directamente por el Estado. Posteriormente, en diciembre de ese mismo año, se autorizaban los concursos de proyectos para las líneas de Madrid-Valencia y Madrid-Algeciras (paralela y a corta distancia de la que se explotaba entre Madrid y Badajoz, hasta Puertollano; Córdoba a Málaga, hasta Bobadilla, y Bobadilla a Algeciras). Para esas dos secciones de la línea directa a la frontera francesa desde Algeciras pasando por Madrid, el presupuesto era aproximadamente de un millón de pesetas por kilometro, con las longitudes y costes siguientes: Madrid a la frontera (436 Km/436 millones de pesetas); Madrid-Algeciras (640 km/576 millones de pesetas). Por lo tanto, el gasto presupuestado para construir esos 1076 km fue en números redondos de unos mil millones de las pesetas de entonces. Esto representaba acortar 300 km el recorrido de la época. Al final este proyecto, que hubiera puesto a Algeciras, la Comarca y Andalucía en la órbita del progreso y el desarrollo, se frustró por las diferencias de políticos y técnicos sobre los problemas que generarían los distintos anchos de vía dentro de nuestro territorio nacional -Inglaterra había tardado 20 años en resolverlos-, y la perturbación que en los primeros tiempos supondría ese ancho de vía para el tráfico ferroviario del país debido a los necesarios transbordos de pasajeros y mercancías. A esos problemas técnicos se añadía uno moral, los esfuerzos que hacían nuestros gobernantes en esos años para no quebrar la neutralidad con la que el país entendía servir mejor los intereses de la Humanidad en la evolución de la I Guerra Mundial, una de las épocas más convulsas, violentas y determinantes de nuestra historia. Así que no me ha extrañado leer que ese proyecto se frustrara antes de empezar, como ocurrió realmente y como ocurriría con tantos otros que vendrían después para Andalucía. Inclusive los Ingenieros de la Comisión de ferrocarriles presentaron otro proyecto alternativo por valor de unos 500 millones de pesetas (la mitad del anterior), que consistía en utilizar las líneas que existían entre Madrid-Irún y Madrid-Puertollano por Ciudad Real, y Córdoba-Algeciras por Bobadilla, construyendo dos nuevas líneas de Segovia a Burgos y de Puertollano a Córdoba para establecer en todo ese itinerario la doble vía de ancho español, manteniendo la tracción de vapor hasta que el Estado construyera la Red Nacional de distribución de energía eléctrica y entonces cambiar el sistema de tracción. Pero los detractores de ambos proyectos, que los hubo, decían que ese dinero sería más útil para otros proyectos nacionales. Y ahí se acabó la historia. Así que casi cien años después estamos repitiendo la historia, aunque ahora no se trata de una tragedia como entonces, cuando el Gobierno luchaba por la neutralidad española en plena guerra mundial, sino de una comedia porque eso son las historias, mentiras y manipulaciones que nos cuenta este Gobierno de incompetentes sobre los corredores ferroviarios mediterráneo y atlánticos. Y así nos va.