IAM/EPSólo un 29% cree que la situación no ha variado, según una encuesta de la ONG alemana Transparencia Internacional (TI) presentada como octavo Barómetro Global de la Corrupción, dias despues de que otras encuestas pusieran la corrupción como segundo nivel de los españoles tras el paro.Este informe, en una escala del uno al cinco -de “no es un problema en absoluto” a “es un problema muy serio”- la corrupción se dispara para los españoles hasta el 4,5%. En comparación con los datos españoles, el 53% de los 114.000 encuestados en 107 países cree que la corrupción ha empeorado en los últimos dos años y la calificación media del problema que supone esta lacra a nivel mundial se sitúa en el 4,1%.”En España, día tras día, se ven en las noticias los casos de corrupción”, asegura a Efe Alejandro Salas, uno de los responsables de TI, que tilda la mayoría de los asuntos destapados de “grandes escándalos”.Los encuestados reparten las culpas de esta situación entre distintas instituciones, pero a su juicio los principales responsables son los partidos políticos y el gobierno. De hecho, el 83% de los interrogados por la ONG alemana, una referencia en la lucha contra la corrupción, aseguran que los partidos políticos son la institución más corrompida, seguidos por el Congreso de los Diputados (67%) y el sector privado (43%). Un 66% cree asimismo que el Gobierno actúa “en gran medida” o “totalmente” guiado por los intereses de grupos de presión y grandes empresas y un 72% tilda al Ejecutivo de “ineficaz” frente a la corrupción.Salas, que apunta que los españoles tienen “conciencia” de gran corrupción “en niveles más altos” y no tanto en su día a día, intuye en los resultados una especial sensibilidad social derivada de la crisis. “En España, con el fuerte desempleo y la crisis, se habla más de la corrupción. Antes esto no era un tema porque no se relacionaban los problemas personales con el dinero que se estaba desperdiciando”, argumenta Salas.El desaliento es generalizado, según la encuesta, y el 71% señala que no denunciaría un caso de corrupción, ya que, según un 72%, reportar estos delitos económicos “no sirve para nada”. Sin embargo, seis de cada diez encuestados confían en que la gente ordinaria tiene poder para cambiar el estado de la cuestión, mientras que el 40% restante cree que no está en sus manos.El 84% de los interrogados agrega que estaría dispuesto a actuar contra la corrupción: desde el 80% que se muestra dispuesto a firmar una petición al gobierno, al 64 % favorable a manifestarse, pasando por el 54% que denunciaría a través de las redes sociales.Un problema globalSólo en once de los 107 países analizados los encuestados creen percibir mejoras a nivel de transparencia -lo que tampoco significa que la situación en términos absolutos sea buena-: Azerbaiyán, Bélgica, Camboya, Fiji, Filipinas, Georgia, Ruanda, Serbia, Sudán del Sur, Sudán y Taiwán. Mientras, en otros trece países la situación no ha variado en el último bienio y en los 83 restantes ha empeorado, apunta el barómetro, que se diferencia del Índice de percepción de la corrupción que realiza también Transparencia Internacional en que no establece un ránking de países y pregunta a gente corriente y no a expertos.Los países con más pesimistas son Argelia, donde el 87% piensa que la situación ha empeorado, el Líbano (84%), Nigeria (84%), Túnez (80%) y Vanuatu (80%). El 51% de los interrogados considera que los partidos políticos son la institución más corrompida, seguida por la policía (31%) y por el poder judicial (24%), las tres instituciones dedicadas a erradicar la corrupción. Además, un 54% de los encuestados asegura que los gobiernos trabajan en parte o en gran medida para grupos de interés, aunque llaman la atención las tasas registradas en los países en crisis de la eurozona.El 88% de los interrogados a escala global señala que los ejecutivos son “ineficaces” en la lucha contra esta lacra, un 45% agrega que denunciar un caso de corrupción no sirve para nada y otro 35 % no lo hace por “miedo a las consecuencias”. Casi uno de cada tres encuestados denuncia que se vio forzado a pagar un soborno el año pasado y casi dos de cada tres indica que las relaciones personales lubrican la maquinaria administrativa.