La noticia de esta semana ha sido la entrevista al ex presidente José María Aznar, la noche del martes, en Antena 3. La entrevista estaba muy bien planificada y salió airoso en su pretensión de justificar sus años de gloria, muy cuestionados ahora sin que Rajoy y su partido los defendieran. Aznar siempre ha considerado que el PP, tal y como lo conocemos, era obra suya y que el hoy presidente del Partido Popular y del Gobierno, también lo era porque para ello él lo había designación a dedo.
Aznar, además, estaba muy molesto y enfadado con Rajoy y su partido por no haber defendido su legado político, del que se siente muy orgulloso, pero lo que más le duele es ver como todos los días la prensa lo implica en la trama de corrupción Gürtel o el caso Bárcenas, sacando también a colación la boda de su hija, sin que su partido haga nada por él. Y como el político marrullero que ha sido y que es, ha reaccionado atacando, sin importarle que con sus declaraciones deja políticamente tocado a Rajoy. El problema de Aznar viene de ser considerado en su partido mejor candidato que presidente, y mejor presidente que ex presidente. De lo dicho por Aznar me sorprendió que coincidiera tanto con Esperanza Aguirre. Por eso distintos sectores de su partido piensan que con sus declaraciones quiere abrir un debate ideológico, cuando la realidad es que hay una lucha por el poder en la derecha española, y que esa lucha por el poder justifica cualquier movimiento o pacto entre Aznar y Aguirre, sin que la ideología tenga mucha importancia. Otra equivocación de Aznar es la de pensar que todo el mundo quiere que vuelva -su ego le puede-, sobre todo porque no sale de la fundación FAES en Madrid, donde todo su equipo le aplaude y le alaba cada frase que hace. Y no se da cuenta que existe un país llamado España, donde la extrema derecha no está tan afincada y de forma tan exagerada como en Madrid. Aznar tampoco se entera de la realidad. Porque la realidad es que este país se está apagando poco a poco por su culpa -ley del suelo, burbuja inmobiliaria, etc.-, aunque también la sociedad española está anímicamente destrozada por las políticas de recortes y ajustes del Gobierno de Rajoy y su partido. Por eso la ciudadanía, en todas las encuestas, culpa de esta situación a la clase política, especialmente del PP y PSOE, por no haber visto venir el actual desastre. Y la percepción es que tampoco serán capaces de ponerle remedio, sino es mediante un nuevo modelo político con otro estilo de entender y ejercer la política, con menos arrogancia de los partidos, menos autismo de sus dirigentes y más sensibilidad hacia las demandas reales. En “un equilibrio armónico de frustraciones mutuas”, que esto es, y no otra cosa, la democracia.