ARTICULO ≡ OPINION
→Vivimos tiempos sombríos en los que las palabras inocentes resultan demenciales. Y aquellos que todavía ríen lo ignoran casi todo sobre su despido, el recorte que van a sufrir en su sueldo o pensión, la subida de impuestos o los recortes en solidaridad, educación y sanidad.
Informaciónalminuto/Opinión“¡Realmente vivimos tiempos sombríos!/ La palabra inocente es una locura. Una frente sin arrugas/ denota insensibilidad. El que ríe todavía es que no ha recibido la terrible noticia.” Estos versos no han sido escrito para la crisis financiera que hoy atravesamos. Pertenecen a un poema titulado “A los hombres futuros”, que Bertolt Brecht escribió durante la crisis de los años treinta. Lo releo de vez en cuando en su libro “Poemas y Canciones”, publicado por Alianza Editorial.Nosotros también estamos viviendo tiempos sombríos, en los que las palabras inocentes resultan demenciales. Y también, entre nosotros, aquellos que todavía ríen lo ignoran casi todo sobre su despido, el recorte que van a sufrir en su sueldo o pensión, la subida de impuestos o los recortes en solidaridad, educación y sanidad. Aunque ya hay muchos jóvenes que no ríen, porque ellos si han recibido la terrible noticia del paro que les espera. El paro juvenil asciende ya al 52 por ciento y no es posible ocultar el aumento de los suicidios por causa de los desahucios.Para colmo en nuestro país las políticas neoliberales del Partido Popular están alcanzado uno de sus objetivos: el desprestigio de la política para que no pueda servir como palanca de cambio. De ahí que o los partidos políticos son capaces de renovar a fondo el régimen político o se debilitaran seriamente hasta su posible desaparición. No pueden seguir con su ciega defensa de un orden establecido en el que han aceptado jugar un papel de sumisión y aceptación de las políticas europeas al servicio de Bruselas y Berlín. Políticas que ponen en riesgo nuestra economía y también nuestra democracia, tal y como la conocemos desde la Transición.Ante esta situación, los escenarios posibles que nos quedan a los españoles son tres. Uno, la reforma a fondo del régimen con una seria redistribución del poder, que pasa por debilitar a los poderes corporativos y darle más presencia y participación al pueblo para que la política se haga a favor de él y no en su contra. Dos, la perpetuación de la situación actual, que por la vía del autoritarismo neutralice todos los instrumentos democráticos que hasta ahora habían servido para luchar contra los abusos del poder. Y tres, un aumento de la conflictividad y de la fractura política y social de imprevisibles consecuencias. Lo que ocurra y la elección del escenario en el que queremos vivir dependerá de nosotros y de cómo actuemos, nos organicemos y superemos los miedos.