Es necesario hablar con claridad, dejando la política a un lado y siendo consecuentes con la realidad que estamos viviendo en Algeciras, especialmente en las inmediaciones del puerto.
Estamos generando, quizás sin querer, un efecto llamada como resultado de unas actuaciones migratorias insuficientes o mal planificadas, que han provocado la llegada de un número de personas desbordante y sin control, al que no podemos dar una atención adecuada.
Muchas de estas personas acaban viviendo en la calle, sin recursos ni apoyo, lo que genera conflictos vecinales, deteriora la imagen de la ciudad y afecta tanto a la economía local como a la calidad de vida de quienes vivimos aquí.
Es ya frecuente ver a personas durmiendo en calles, portales o cualquier rincón, incluidos aquellos con problemas de salud mental o de adicciones, sin la atención necesaria. Esta situación no solo es inhumana, sino que refleja la falta de medios y de planificación ante una realidad que crece día a día.
El problema se extiende por toda Algeciras, pero es especialmente visible en el casco histórico, en el Barrio de la Caridad, donde la presencia de personas sin hogar y en situación de vulnerabilidad aumenta constantemente.
Al expresar esto, es probable que algunos, alejados de esta realidad o con intereses políticos, me acusen de racista o algo similar. Nada más lejos de la realidad. Vivo y mantengo una estrecha relación con vecinos de otros países que son personas trabajadoras, honestas y completamente integradas. Incluso ellos mismos expresan su preocupación por la situación que algunos de sus paisanos atraviesan.
Muchos coinciden en que esta realidad puede ser peligrosa, ya que algunas personas, con traumas del pasado o problemas mentales, pueden mostrar comportamientos inestables o potencialmente agresivos.
Ayudar es un deber humano y moral. Todos tenemos derecho a buscar una vida mejor, y sería motivo de orgullo poder ofrecer esa ayuda de manera digna. Sin embargo, no podemos caer en la hipocresía de afirmar que acogemos cuando, en realidad, no contamos con los recursos necesarios para hacerlo con dignidad.
Las ONGs y centros de acogida están desbordados. En muchos casos, los migrantes viven hacinados en espacios reducidos, sin actividades ni acompañamiento, para luego ser abandonados en las calles. No merecen eso.
Debemos reconocer que existe un problema grave y creciente que requiere medidas eficaces, coordinación institucional y una política migratoria realista y humana a la vez. Solo así podremos ofrecer una acogida digna y segura para todos.
“El contenido de este texto ha sido previamente consensuado y apoyado por el grupo vecinal.”
Por Antonio Jarillo, presidente de la Asociación de Vecinos Barrio del Carmen, ciudad de Algeciras “La Caridad”