Pese a que las cifras concretas y oficiales en este terreno son escurridizas, la inversión inmobiliaria de los chinos fuera de sus fronteras alcanzó records históricos, sobre todo en países como Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Australia, donde la crisis ha llenado el mercado de gangas.De dónde procede el dinero y cómo se realizan las transferencias internaciones -dados los estrictos controles de China, sobre todo lo relativo a su divisa-, es un asunto que no siempre del todo claro. Restricciones que, por supuesto, no atañen ni a vendedores ni a constructores, que “cogen” en dinero en metálico sin hacer demasiadas preguntas.CON LA BOCA ABIERTAY es que las extravagantes prácticas de adquisición de los clientes chinos dejan con la boca abierta a más de un experimentado agente inmobiliario. Tal es el caso del australiano Nick Johnstone, director de la inmobiliaria australiana JP Dixon, quien tuvo que vérselas con “un chino que apenas podía articular una palabra en inglés y llegó a Melbourne con la única intención de comprarse una casa ese mismo día”. Después de enseñarle cinco viviendas en un sólo día, acabó comprándose una de 2 millones de dólares australianos (1,3 millones de euros). “Los chinos compran casas como quien se compra unos zapatos”, concluye Johnstone