La presencia de temperaturas extremas en los centros educativos no es algo nuevo, CGT viene denunciándolo desde 2011 y, a instancia suya, han intervenido en diversos momentos la Inspección de Trabajo y Fiscalía.
Nuevamente, el sindicato se dirige a la Consejería exigiendo el cumplimiento y la ejecución de normativas que ya hace tiempo deberían estar implementándose, pero que la administración disfraza y elude. Igualmente, CGT pone en alerta al profesorado y al resto del personal de los centros para que denuncien las situaciones de penosidad que sufren por estar en aulas y recintos que siguen sin cumplir la normativa de salud y prevención de riesgos laborales en cuanto a temperaturas se refiere.
Después de años, CGT insiste en la lucha por el cumplimiento de lo establecido en la Ley 1/2020 para la mejora de las condiciones térmicas y ambientales de los centros educativos andaluces y en el Real Decreto 486/1997, donde se establecen las disposiciones mínimas de seguridad y salud que deben cumplir los lugares de trabajo.
Por lo que se refiere a la temperatura, la normativa regula obligando a que los locales donde se realicen trabajos sedentarios propios de oficinas o similares el mercurio debe marcar entre 17° y 27°C. Es así que la totalidad de las actividades que se realizan en los centros de enseñanza están incluidas en este apartado.
Esta legislación no solo afecta a las aulas y talleres, que aún no están acondicionados térmicamente en su mayoría, sino también a oficinas, pasillos, escaleras, servicios higiénicos, locales de descanso, de primeros auxilios, comedores
o a cualquier local en el que el personal deba permanecer o al que pueda acceder por motivo de su trabajo.
La normativa protege a quienes trabajan en los centros y las denuncias de CGT , derivadas de su “descarado incumplimiento”, intentan paliar la agobiante situación del profesorado y resto del personal. Pero además, “debemos pensar en el alumnado que también la sufre y que, en la mayoría de las ocasiones, no encuentra voz que lo ampare”. Un alumnado al que se le controló la temperatura en tiempos de pandemia, pero que, en estos momentos, no ve control de temperatura en los centros. Y esto, muy a pesar de los rigores de un clima descontrolado y cambiante que, para más inri, la ciencia anuncia que se quedará con nosotros.