Un año más, el Encuentro Internacional de Guitarra Paco de Lucía ha logrado en su quinta edición mantener elevado el listón de la categoría de un evento que a se consolida en el panorama de las citas musicales nacionales como un ineludible referente del verano.
Ayer domingo fue el turno para el broche de oro de la mano del guirarrista de Estepone Dani Casares, quien logró que el Parque María Cristina volviera a saborear aquellas mágicas noches de guitarra que dejó en el recuerdo el niño de la portuguesa, interpretando El Concierto de Aranjuez, que tanta fama le dio en el panorama musical mundial y que le permitió traspasar el sagrado umbral de los clásicos.
Dani Casares, guitarrista joven y muy infuenciado por Paco de Lucía, al que ha alabado en multitud de ocasiones, tuvo a la quinta la oportunidad de rendir su particular tributo al genio de Algeciras, para lo cual se hizo acompañar de la Orquesta Sinfónica de Málaga.
Un deleite para poner el punto y final a un festival que ha estado cargado de citas importantes.
Fue también un guitarrista joven y muy influencia por Paco, José Carlos Gómez, quien se encargó de abrir el encuentro, con la presentación de su disco Origen, un trabajo en el que el algecireño bucea nuevamente en las influencias musicales que Paco de Lucía impregnó en su guitarra, con la que se hizo un hueco muy importante desde niño acompañando a los tocaores más influyentes del momento.
Luego fue Pastora Soler quien, pese a su mayor lejanía con la música del maestro, quiso rendir su particular homenaje desde la canción aflamencada que tanta frescura y poderío imprime con su voz.
Lejanías mayores o menores que en el recuerdo a Paco de Lucía se vuelven fusión, tributo y evocación del genio. Como sucedió en la interpretación del violinista Paco Montalvo, donde la frescura que aporta al instrumento y los guiños que dio al De Lucía justificaron se sobra su presencia en el evento.
Y, por supuesto, los flamencos. Los más cercanos a la música de Paco, que un año más estuvieron también en un alto nivel en el recuerdo de este festival ya consagrado.
Fue el caso de Antonio Rey y Diego del Morao, la pareja flamenca más reclamado en los escenarios, que repitieron en el festival con ese viaje de sabores entre lo gaditano y lo jerezano, entre lo dulce y lo cabal, que reproduce en el aficionado el añejo sabor de las buenas evoluciones.
O la guitarra de Antonio Rey, otro de los referentes del panorama actual en la vertiente más instrumentista de la guitarra flamenca. Y, también de gran altura, el espectáculo de Farruquito, heredero de una saga y una escuela de baile gitano que tanto se abrazó con Paco de Lucía en los últimos años de su vida.
Y Estrella Morente, la hija del genio de Granada, al que tanto se echó en falta en las experiencias musicales compartidas por Paco de Lucía. Una espinita en el corazón de los aficionados que terminó por sacarse en la figura de su hija, que en los últimos añols del de La Bajadilla, consiguió acercar a Paco toda la personalidad y complejidad del universo musical de la casa de los Morente.
Un festival que, un año más, demuestra que la ciudad sabe responder a la altura de las circunstancias y dar su sitio al que es su hijo más universal.