IAM/RF De no poder subir las pensiones nada de nada se ha pasado, en un plis plas, a “subiremos seguro, pero lo que podamos”. El agrio debate que, por ser parlamentario, suena a otra trágica mentirijilla, se ha saldado con una falsa promesa.
Y es que quien la hace se ha dedicado durante los últimos 6 años a vaciar la llamada “hucha” de las pensiones, creando una incertidumbre en el ánimo las personas mayores, pensionistas, o mejor dicho para la mayoría “medio pensionistas”, ya que a 5 millones no les llega para cubrir gastos necesarios para vivir al día.Los técnicos, estudiosos, especialistas, siguen buscando la causa, de esta debacle, bien en las formas caprichosas que adoptan las pirámides de población, o en el desplome del mercado laboral, sobre todo para gentes jóvenes, o bien en la falta de previsiones de las gentes trabajadoras que no han “caído” en la cuenta de que era imprescindible tener planes de pensiones privados, ruinosos todos desde hace años, para completar las oficiales. Hay que ser cínico para pensar siquiera en una capacidad de ahorro, cuando los exiguos sueldos y la situación de desempleo la hacen imposible. Y esos cínicos, no son filósofos griegos, por cierto, sino altos cargos de la gran patronal, gobierno e incluso el presidente del Banco de España.
Ninguno de ellos, ni los centenares de parlamentarios afines al gobierno y a la gran patronal y banca, dicen ¡ni mú! sobre los destrozos en el fondo de reserva de las pensiones. Desde 2013 la prensa internacional viene alertando de la nefasta política del gobierno del PP que ha provocado “el mayor desfalco de la historia de España y probablemente de Europa.”, ya que ha usado hasta el 97,4% de esos fondos, más de 70 mil millones de euros, para auto-comprar deuda pública, de forma que el Estado español ofrece deuda soberana, y el único que la compra es el propio Estado español, que se adquiere a sí mismo la deuda que emite, usando para ello los fondos que garantiza las pensiones futuras.Por eso Rajoy dice bien cuando promete a los jubilados que subirá las pensiones cuanto y cuando pueda, y al ver cómo ha rebañado el fondo de reserva de las mismas, se antoja que el cuándo será no muy pronto y la cuantía será muy, pero que muy, pequeña. En definitiva mal, tarde y nunca: los grandes adjetivos de la política española de siempre.