Palabras de AMOR en Lunes. Por María Eugenia Manzano

Por María Eugenia Manzano:

“La vida cambia deprisa.
La vida cambia en un instante.
Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba”
(Joan Didion en El pensamiento mágico)

El lunes que hoy amanece es el primero del verano. Después del solsticio del martes, la luz comienza a decaer despacio y cada día nos regala un poco más de noche.
Sutil e imperceptible, ciclo divino. Equilibrio natural. Inalterable.
Tal vez puedas observar, en medio del ruido de ahí fuera, este instante.
La vida cambia deprisa.
Mírate, mírame, contempla lo que hay más allá de los ojos. Siente mi mano en tu pecho y pon en mi pecho tus manos.
Silencio absoluto. Respira.
La vida cambia en un instante.
Desde la quietud, la presencia y desde esa presencia hoy me atrevo a ofrecerte unas palabras más íntimas que ningunas, porque como dice Joan Didion
Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba.
Metamorfosis continua.
Gracias por la confianza.

Te deseo un lunes bueno, lleno de instantes precisos.
Que sientas la calidez del verano.
Y que hoy también estés bien.

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Por María Eugenia Manzano
Para la presentación del Libro de la Escuela de Escritores del Curso 2021-2022

Buenas tardes,

Mi nombre es María Eugenia Manzano Sánchez y soy escritora.
Antes de llegar a esta Escuela no lo sabía o, mejor dicho, no era consciente de ello y por supuesto no me hubiera atrevido a declararlo. Mucho menos así, en público, y nunca lo hubiera añadido en mi perfil profesional junto a mi licenciatura, a mi formación en otros ámbitos o a mis aptitudes varias.
Hoy estoy aquí, frente a todos ustedes y digo soy escritora porque como dice Ursula K. Le Guin “para escribir una historia tienes que confiar en ti mismo, tienes que confiar en la historia y tienes que confiar en el lector”. Cuestión de confianza, ya ven.
Y yo, hoy, confío.
Tal vez esto sea lo que más me gustaría poder transmitirles hoy.
Verán:
En un taller de escritura no aprendemos ortografía, ni gramática, ni estilos literarios ni poesía ni aprendemos a elegir las palabras. No. No venimos a encontrar la fórmula magistral con la que poder elaborar relatos ni cuentos ni sonetos ni novelas… sino que a lo que venimos es a aprender a concebirnos como escritores.
Sí, han oído bien: Necesitamos concebirnos a nosotras mismas como escritoras y para eso es imprescindible dar con profesores que no sean meros enseñantes de escritura, sino que sean escritores que enseñan. Y, citando a la misma autora, “es importante que sean personas que han publicado de manera profesional y activa en el campo al que se dedica el taller”.
Yo, al igual que muchos de los que hoy estamos aquí, tuve la fortuna de encontrar a ese profesor. Se llama Jesús. y creo que es una fortuna compartida.
Si acompañar a otras personas consiste en ayudarles a recordar quienes son, y re-cordar consiste en pasar de nuevo por el corazón, Jesús nos ha acompañado a sentir honestidad, legitimidad y confianza recíproca entre todos los que formamos esta Escuela de Escritores cuando afirmamos que sí, que somos escritores. Su ayuda, su estimulación, su invitación a la emulación de figuras gigantes, su desaliento al canto del ego (incluido el suyo) y el AMOR con que practica la entrega ha conseguido que volvamos a casa cada semana no aprendiendo a escribir sino aprendiendo qué es escribir.
Gracias por ello, Jesús. Siempre serás mi maestro.

Pero hay algo más:
“La vida cambia deprisa
La vida cambia en un instante
Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba”
Y esto que escribió la Didion, nosotros, los escritores, cuando lo experimentamos en nuestras carnes, necesitamos vomitarlo.
Necesitamos llegar al taller y leer el desgarro inconsolable ante la muerte de un buen amigo o llorar entre líneas de miedo cuando la policía detiene a nuestro hijo y chillar también de rabia cuando una enfermedad en blanco de pronto se nos aparece y se encarna en aquella persona a quien protegemos con las uñas y con los dientes.
La vida cambia deprisa.
La vida cambia en un instante.
Mi hija hoy está aquí y ella sabe lo que digo.
Que me llamo María Eugenia Manzano Sánchez y soy escritora.
Y confío.